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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

La voz de las mujeres en sus plazas

"La planificación y el diseño con un enfoque de género es importante porque crea espacios donde todos los usuarios tienen igualdad de oportunidades, que surgen a partir de nuestras diferencias y que crean una ciudad justa y con equidad".

Por María José Sáez
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María José Sáez es Coordinadora de Proyectos de Fundación Mi Parque.

Luisa vive frente a una plaza en Colina que, aunque está definida como área verde, durante muchos años ha estado abandonada y ha sido foco de malas prácticas. Ella debe atravesar este terreno todos los días para ir a su trabajo, pero en vez de acortar camino por el centro, como todos haríamos, prefiere evitarlo y camina por el borde.

Como dirigente vecinal, uno de sus sueños durante muchos años ha sido convertir este espacio en un lugar seguro, siempre pensando en los niños del barrio, pero también para que ella y otras mujeres puedan juntarse o, simplemente, caminar tranquilas.

En Fundación Mi Parque hemos desarrollado procesos de diseño participativo a lo largo de nuestros 10 años de historia, donde la participación femenina siempre ha sido dominante. Esto no es al azar, las mujeres tenemos mucho que decir sobre nuestro entorno y nuestra relación con el espacio público, ya que muchas de las desigualdades que vemos en plazas y parques están dadas porque estos han sido diseñados por y para hombres.

En nuestra experiencia, y a partir de los procesos participativos que hemos desarrollado, hemos visto que las mujeres colaboran en la construcción del espacio público fundamentalmente en dos líneas: seguridad y comunidad.

Por un lado, existe una constante preocupación en relación a la seguridad en las plazas que diseñamos en conjunto, que está dada por la inseguridad con que vivimos cotidianamente, no solo en el espacio público, sino también en el transporte, en el trabajo, en la calle y en nuestros barrios. Las mujeres, por naturaleza, tendemos a proteger a nuestros pares, lo que se ve reflejado en el diagnóstico de nuestras plazas y en la necesidad de espacios más seguros para ellas y sus familias. Estas necesidades se manifiestan a través de mejor iluminación, espacios protegidos para los niños, senderos seguros e iluminados para caminar y, por sobre todo, vecinos apropiándose de los entornos de sus casas y barrios.

Es desde la reapropiación del espacio público desde donde nace la segunda necesidad manifiesta por las mujeres en prácticamente todos los talleres de diagnóstico y diseño que hacemos: generar puntos de encuentro. Lugares con visibilidad, generalmente en el centro de las plazas, pero sombreados, donde puedan sentarse a conversar, encontrarse con sus amigos y llevar a los niños a jugar, espacios que propicien las relaciones positivas en el barrio y que generen comunidad.

Luisa siempre soñó con una plaza donde llevar a sus nietos, pero también con un lugar donde sentarse a la sombra a mirarlos jugar. Cuando le propusimos un sombreadero frente a su casa, desde donde pudiese observar a los niños jugar, nos sorprendió su respuesta: “ahí no puede ir, ahí es donde trafican, un techo solo va a hacer que eso pase más, yo no quiero eso frente a mi casa”. Es desde ese saber que la participación es fundamental, escuchando a quienes viven a diario el espacio público, pero sobre todo escuchar todas las voces, hombres, mujeres, niños, niñas, jóvenes, porque son ellos quienes habitan día a día sus barrios y conocen su realidad.

Es de esta forma que podemos crear plazas y parques más democráticos, desarrollando una ciudad donde todos puedan participar en igualdad de condiciones, una ciudad para todos. La planificación y el diseño con un enfoque de género es importante porque crea espacios donde todos los usuarios tienen igualdad de oportunidades, que surgen a partir de nuestras diferencias y que crean una ciudad justa y con equidad.

Hoy nos preguntamos, ¿tiene perspectiva de género el espacio público? La respuesta nace desde el principio de que somos diferentes por esencia, y es esa diferencia la que nos enriquece y debiese enriquecer también nuestro entorno. Debemos entender que es necesario partir el diseño urbano desde las divergencias y para esto, la participación es fundamental, escuchando a los diferentes usuarios que habitan la ciudad e incorporando a mujeres y niñas en el diálogo que define nuestro espacio público, porque tal como plantea ONU Mujeres “la experiencia demuestra que cuando un espacio es ocupado por mujeres y niñas, también es ocupado por más personas en general”.

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