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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Acuerdo comercial entre EEUU y China: por el futuro de todos

"El actual escenario internacional nos impulsa a reaccionar de manera oportuna a los vaivenes económicos reforzando nuestras políticas de apertura comercial y los lazos con nuestros aliados y mercados con potencial de crecimiento".

Por Kenneth Pugh
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Kenneth Pugh es Senador independiente pro RN por Valparaíso

En las últimas semanas hemos visto cómo ha reflotado la guerra comercial entre Estados Unidos y China, conflicto de cruce de aranceles que ya completa poco más de un año y tiene en alerta a los mercados internacionales debido a las reales consecuencias que este revés pueda tener. Cuando avanzamos viento en popa hacia la globalización 4.0 y las economías están conectadas con la rapidez de las tecnologías más avanzadas que hoy colaboran a facilitar las transacciones comerciales, decisiones económicas como las de estas dos grandes potencias mundiales terminan impactando de una u otra manera al dinamismo del comercio global.

La historia sirve de guía para recordar guerras comerciales pasadas que marcaron un profundo malestar económico. Se cree que los aranceles estadounidenses Smoot-Hawley promulgados en 1930, inspiraron una guerra comercial y condujeron a una caída masiva en el comercio mundial.

En ese sentido, debemos estar atentos a la evolución del PIB de estos países. Por lo pronto, y en pleno retroceso del entendimiento comercial que necesitamos, se conoció una inesperada caída de 0,2% en las ventas minoristas en Estados Unidos en abril pasado. China, por su lado, vio crecer un 5,4% su actividad industrial en abril, pero este dato supone una fuerte ralentización respecto del mes anterior.

Según cifras del Instituto Petersen de Economía Internacional consignadas en una nota de la BBC, más de un 90% de los productos chinos que se verán perjudicados por los aranceles de Estados Unidos son necesarios para hacer otro tipo de productos, lo que significa que la carga impositiva podría impactar también en otros bienes, no necesariamente comercializados exclusivamente por el país del norte. En tanto, China ha respondido con nuevos impuestos a la industria agrícola y el sector automovilístico mayormente.

Se trata de economías muy dependientes una de la otra, pero ambas naciones son también nuestros principales socios comerciales. Las exportaciones chilenas al país asiático totalizaron US$ 18.359 millones en los primeros nueve meses de 2018, logrando su mejor resultado histórico, de acuerdo a cifras de la Direcon.

Se trata de una marca récord en términos de envíos de los sectores de minería, industria, agropecuario, silvícola y pesquero. Mientras, las ventas a Estados Unidos alcanzaron igualmente su mejor desempeño al sumar envíos por US$ 8.107 millones, impulsado por el sector industrial y extractivo.

Bajo este panorama, nuestro comercio bilateral con ambos países avanza positivamente, gracias a la asertiva implementación de políticas público-privada. Sin embargo, el actual escenario internacional nos impulsa a reaccionar de manera oportuna a los vaivenes económicos reforzando nuestras políticas de apertura comercial y los lazos con nuestros aliados y mercados con potencial de crecimiento.

Claramente, un cambio en las reglas del juego alimenta la incertidumbre y falta de confianza en el curso de los negocios. Es entonces cuando el ánimo de los empresarios no puede decaer y la cautela y una inteligente estrategia son las que deben conducir el manejo del gobierno en estos asuntos.

Por lo pronto, vemos una calma momentánea tras las afirmaciones desde China y Estados Unidos en cuanto a que el acuerdo no ha colapsado y que seguirán negociando con el fin de llegar a una solución en esta disputa.
Seamos optimistas por el futuro de un comercio seguro y próspero.

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