Unicornios… cuestión de actitud
Guillermo Bilancio es Profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibañez. Consultor en Alta Dirección
Hace unos días, Eduardo Bitran publicó un artículo titulado “unicornios, cómo ganarle a los vecinos…”
Más allá del título pseudo deportivo, en ese artículo Bitran plantea el dilema de por qué un país con problemas endémicos y permanentes como Argentina, ha desarrollado empresas de alto valor en la era digital con resultados más consolidados que los que supone tener Chile, dónde la innovación y el emprendimiento ha sido parte esencial del relato empresarial chileno en este siglo XXI.
Todos sabemos que los relatos, como sucede con la política, son ficciones que resultan prometedoras pero que no necesariamente son realidad, ya que dependen de factores externos, pero fundamentalmente internos y que hacen a la voluntad, intención y sentido común.
En su artículo Bitran expone comentarios de expertos en ese ecosistema que justifican el potencial innovador argentino en las “necesidades” y en el “”hambre” que surge de la inestabilidad del país, lo que exige una mirada necesaria al extranjero. En tal sentido supone una predisposición a desarrollar una visión global.
Por otra parte, manifiesta que el sentido de “urgencia” lleva a una acción con menor aversión al riesgo que la que supone existe en los procesos de emprendimiento chilenos.
Más allá de las certezas, creo que el análisis planteado muestra la superficie y no el núcleo del tema.
Para ello hay que buscar en los sistemas culturales, en la evolución social y especialmente en las estructuras educativas que promueven la diversidad y transversalidad necesarias para alcanzar los grados de libertad requeridos por la innovación.
Un sistema cultural esencialmente crítico, en un sociedad que ve con buenos ojos la contracorriente y la desobediencia con propuesta, con una educación pública orientada cuestionar antes que a refugiarse en verdades reveladas, son parte de la explicación.
Y Chile?
Mas allá del relato ficción sobre innovación, Chile está sostenido por un sistema cultural empresarial que supone que el estatus está en la administración. La prolijidad por sobre la ruptura, lo que hace que cada vez más se hable de innovación, se trabaje en incubadoras, boot camp, y otros conceptos “cool” en los que la apariencia supera a la acción.
Todo está sostenido en estructuras preestablecidas, en procesos rígidos, en instancias academicistas, pero sin romper con el orden y la obediencia.
Y los unicornios surgen de desobedientes.
Tiene que ver con la cultura y no con la planificación. Tiene que ver con ciencia, talento y actitud.
Esa es la diferencia.
Está en la creencias, en el origen y en igualdad de opciones. No está en los círculos cerrados de confianza de una educación para pocos y en la dificultad de transitar de un lado a otro de la sociedad.
Tiene que ver con el miedo. Y en Chile las trabas están dadas por el miedo a perder. A perder dinero, poder, posición social, prestigio.
Cuestión de actitud. Y los unicornios surgen de la actitud, de tener ideas y ponerlas en acción más allá de los procesos y estructuras que intentan explicar lo que en realidad tiene que ver con sensaciones más que en procedimientos.
Por eso cuando hablamos de transformación, primero tenemos que hablar de transformación cultural y educacional.
Promover la diversidad, y la desobediencia a lo establecido sin perder el respeto por el prójimo. Equivocarnos y reírnos de nuestras falencias para poder asumirlas y replantearlas. Ser críticos, aún de lo que se supone una verdad, porque ya no hay verdades.
Y eso no se refleja en un relato. Debe ser una práctica que lleve a la acción efectiva.