Una Historia en gran parte desconocida
"El consuelo que muchos encuentran en la religión católica no se puede menospreciar ni relativizar. La Iglesia hace cosas muy buenas".
Anibal Wilson es Periodista sin título, pianista aficionado, amante de la música, esa que da sentido a la vida, como también amante de la naturaleza, especialmente de ese sur maravilloso que "termina" donde terminan los hielos: Ice-End…
Como cristiano, debo aclarar que me interesa anteponer por sobre todo la verdad, por dura y dolorosa que esta sea. Y confieso que no ha sido nada fácil asimilar el potente contenido del tema que me atrevo a abordar y que para otros (privilegiados, supongo) no será más que la constatación de lo ya conocido. Incursiono aquí, en la “oscuridad” de una “penumbra” muy especial: “La Edad de la Penumbra” o cómo el cristianismo destruyó el Mundo Clásico. Obra de la periodista británica Catherine Nixey que por lo notable y actual importancia del período de la Historia que trata, me he propuesto extractar entonces, lo esencial, a mi juicio, de lo comentado hasta ahora a propósito de este libro, extraordinaria fusión de fascinante narrativa y rigor y que, con resonancias con el presente, ha sido recibido elogiosamente por parte de la crítica especializada. Mi interés es destacar, asimismo, fragmentos de lo manifestado por la autora en alguna de sus muchas entrevistas.
Ella plantea un viaje a lo largo de los siglos en que el cristianismo se expandió con más eficacia por el antiguo Imperio romano. Su lectura resultará para muchos algo extraño, sorprendente y turbador que derriba nuestra idea del cristianismo primitivo, su rápida difusión en los primeros años y la sociedad medieval que vino después. Según cuenta ella misma, con su padre monje y su madre monja, tuvo, desde muy temprana edad, un conocimiento lúcido de las bondades del cristianismo.
-Los siglos de catolicismo en Europa y América, dieron lugar a grandes hechos, a importantes obras: hospitales, catedrales, universidades, ayuda al prójimo y esperanza. Pero había otra parte de esa misma historia que no se había contado y merecía ser contada con interés, pues ni teólogos ni historiadores han querido enfrentarse a ella. Son hechos considerados “de transición” de una edad histórica a otra. Pero el Antiguo Mundo no desapareció tranquilamente y yo (agrega) quería escribir en qué términos se fue apagando aquella luz.-
Sobre el nacimiento, la evolución y la implantación del cristianismo en la Europa y el Oriente Medio de los siglos IV y V d. de C. la Edad de la Penumbra es uno de los ensayos más sorprendentes de cuantos se hayan publicado hasta la fecha. Es la Historia, en gran parte desconocida, de cómo una religión militante sometió y arremetió deliberadamente contra las enseñanzas del mundo clásico, lo que abrió paso a siglos de adhesión incondicional a “una sola fe verdadera”.
-El Imperio romano había sido generoso acogiendo nuevas creencias, pero con la llegada del cristianismo, todo cambió. La nueva religión, que predicaba la paz, era violenta, despiadada y decididamente intolerante. Siendo la religión oficial, sus fanáticos seguidores emprendieron la aniquilación de cuantos no estuvieran en sintonía con sus creencias. Destruyeron altares y templos, quemaron sus libros (grandes obras filosóficas y científicas) hicieron pedazos sus estatuas y asesinaron a sus sacerdotes. Muchos aprovecharon el proyecto cristiano para destruir en lugar de amar.-
– El cristianismo nació con un objetivo digno: liberar al pueblo de la opresión de los romanos. Cuando los libros de historia modernos escriben sobre este período lo llaman “el final de la persecución” pero en realidad, no tuvo nada que ver con eso; al contrario. Fueron los cristianos los que perseguían a los herejes, mucho más que los romanos pudieron perseguirlos a ellos. Es verdad que los primeros cristianos vinieron con mucho amor en sus corazones, pero también, no lo olvidemos, llevaban martillos y cometieron la mayor destrucción de obras artísticas de la Historia. El 90% de la literatura clásica se perdió en estos siglos.-
-La Historia tiene muchas facetas, y pretender quedarnos con una sola, a estas alturas, es inaudito. Si no preguntamos, si no cuestionamos lo establecido, seguiremos siendo como niños en un mundo cada vez más viejo y peligroso.-
Al insinuársele que su obra podría ser producto de una obsesión, ella responde que su obsesión es su amor por el Mundo Clásico, que se enamoró de él cuando tenía 12 años, cautivada por su lengua, su literatura, su religión y su arte. -No es que odie la Iglesia católica, es que amo el Mundo Clásico. Más adelante, se refiere a su libro, como un libro sobre la Historia o sobre la Historia del Arte y aclara: Historia y Religión. Por el período que abarca, es un libro extraño que trata de un extraño período muy mal conocido de nuestro pasado envuelto en el humano enfrentamiento entre la Ciencia y la Fe.
Finalmente, le consultan: Se piensa que al sustituir a Dios por la Razón y la Ciencia, el hombre moderno quedó huérfano. ¿Será la humanidad más feliz ahora?
– Buena pregunta! Al ser liberado de la opresión de la Iglesia, el hombre ha sido también liberado de muchas miserias. Decenas, cientos de páginas eran dedicadas a la vívida descripción del infierno y sus horrores, a los demonios. Cosas que tal vez al hombre de hoy le arrancara una sonrisa eran creídas de manera literal y así fue durante mucho tiempo. Cuando hoy se habla de los abusos cometidos por la Iglesia católica, se hace pensando sobre todo en los abusos sexuales que, efectivamente, han sido espantosos pero minimizamos los abusos mentales que tuvieron lugar durante siglos y que afectaron a millones de personas que realmente creían en el Infierno, el Cielo y el pecado. Vivir con ese miedo, con esa angustia y esa culpa es terrible. De eso sí nos hemos liberado. Aunque claro, toda libertad tiene su precio –
Y concluye diciendo que ha visto a mucha gente acudir a la Iglesia.
– El consuelo que muchos encuentran en la religión católica no se puede menospreciar ni relativizar. La Iglesia hace cosas muy buenas.
Y a esos buenos cristianos, agrego yo, los invito muy sinceramente a recordar aquellas palabras del mismísimo Jesús a sus discípulos y a todos quienes, de buena voluntad, quisieron y quieren escucharlo: “La Verdad os hará libres”. Amén.