Ser mujer y periodista deportiva, la perpetuación de la violencia
En Paraguay, Brasil y México, las mujeres periodistas han denunciado públicamente haber sido víctimas de actos de violencia y acoso sexual durante la cobertura de espectáculos deportivos, demostrando que esta realidad no es nueva a nivel latinoamericano.
Karen Denisse Vergara Sánchez es Periodista e investigadora en temáticas de género y violencia
Reporteras gráficas, camarógrafas, periodistas y presentadoras han sido objeto constante de ataques solo por el hecho de ser mujeres. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos publicó en 2018 la investigación académica Mujeres Periodistas y Libertad de Expresión: Discriminación y violencia basada en el género contra las mujeres periodistas por el ejercicio de su profesión. En ella se desprende que un 68% de las periodistas encuestadas alrededor del mundo, señaló que su género fue factor principal y determinante de ataques recibidos tanto en Internet como en el espacio físico. En otra encuesta realizada en 2017 por la Federación Internacional de Periodistas, el 37% de las mujeres consultadas indicó haber sido víctima de acoso sexual en el ejercicio directo de su profesión.
Esto tiene directa relación con la acusación que enfrenta el plantel de Coquimbo Unido, quienes fueron denunciados recientemente por una periodista de TVN de haberle gritado obscenidades y realizado gestos de connotación sexual con sus genitales, mientras ella reporteaba en el centro deportivo donde se ejercita el equipo. El comunicado del club no se hizo esperar, y en una respuesta poco clara, se refieren al hecho como “confuso”, señalando que la prensa habría tenido parte de culpa en este incidente tras sobrepasar los límites de proximidad del plantel. ¿Será que intentan señalar que nuevamente la culpa es de la víctima? Todos y todas deberíamos poder trabajar en un ambiente que garantice nuestra seguridad y por sobre todo el respeto y derecho a nuestra integridad física y psicológica, el acoso sexual no debe tener cabida bajo ninguna justificación.
En Paraguay, Brasil y México, las mujeres periodistas han denunciado públicamente haber sido víctimas de actos de violencia y acoso sexual durante la cobertura de espectáculos deportivos, demostrando que esta realidad no es nueva a nivel latinoamericano. En momentos donde hablamos de la nobleza de la práctica deportiva gracias a los Juegos Panamericanos, se hace necesario también hablar del acoso vivido en estos espacios. En el año 2018 más de 50 periodistas brasileñas crearon la campaña #DeixaElaTrabalhar (déjala trabajar) donde denuncian el machismo imperante en el rubro periodístico, que les impide poder desenvolverse adecuadamente.
Así, los estereotipos, sesgos inconscientes y el machismo han perpetuado las brechas que enfrentan las mujeres periodistas para trabajar. Basta hurgar un poco en la web para recordar casos como el de María Fernanda Mora, reportera mexicana de Fox Sports quien fue víctima de un ataque sexual por un grupo de aficionados deportivos mientras realizaba un despacho en directo.
Recordemos algunos incidentes a nivel nacional. En 2017 el ex relator del CDF, Romai Ugarte realizó -en cámara- gestos de connotación sexual a la periodista Grace Lazcano, quien recuerda además que para una Copa América un hombre del público la besó sin su consentimiento mientras reporteaba. Otras periodistas del mismo rubro han señalado como deben luchar para ser valoradas al interior de los medios donde se desenvuelven, lidiando con estereotipos que las sitúan como “las caras bonitas que no saben de deportes”, e incluso que les solicitan modificar sus vestimentas a la hora de salir a trabajar, volviendo el relato contra las víctimas una vez más, donde el público y los deportistas vuelven a ser ese victimario que “no puede controlarse” ante los encantos de una mujer.
En el fútbol esta situación se potencia aún más. Sumado a la subrepresentación femenina en estos espacios, también hay que lidiar con una cultura de la violación que sigue perpetuando bromas y cánticos que hablan de paternidades de equipos, brutales violaciones como modo de “imponerse” frente al otro y representación del cuerpo femenino solo como objeto de consumo o infantilizadas, como lo denunciaba la selección chilena femenina hace algunos meses, quienes tuvieron que lidiar con portadas que hablaban solo de sus físicos o belleza, las trataban con diminutivos o les ponían apodos masculinos omitiendo sus propios nombres.
¿Cuando nos vamos a hacer cargo, como sociedad, de derribar las barreras que impiden que las mujeres desarrollen sus carreras a la par que sus colegas hombres? Acá solo podemos ver más de una cultura que ha intentado establecer siempre una relación de desigualdad basada en el sexo y la violencia.