El país de nunca jamás…
Guillermo Bilancio es Profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibañez. Consultor en Alta Dirección
Los resultados contundentes de las elecciones primarias (PASO) demuestran que y por qué se vota cuando la supervivencia supera la idea de un proyecto.
Cuando Clinton instaló su frase: “Es la economía, estúpidos”, lo hizo con la coherencia de lo que la gente común espera de un gobierno en países inestables.
Más allá de las prolijidades, de los proyectos posibles, de la obra pública real pero invisible, la gente vive brutalmente del presente.
Es la era de la inmediatez que Macri no pudo comprender, anteponiendo promesas de futuro pero olvidando las necesidades del presente.
Tal vez Macri abusó de su ego y minimizó el problema argentino a la hora de asumir como Presidente, planteando que la inflación era un tema de fácil resolución, sobre todo si contaba con “el mejor equipo de gobierno de los últimos 50 años”, y que las inversiones iban a llegar en pocos meses, que su obsesión era “pobreza cero” y que la Argentina iba a ser un país vivible…
Macri construyó una zona de promesas desde la cima de una colina que no le permitió darse cuenta de un país que parece no terminar de conocer. Y no es fácil conocer a la Argentina profunda sin vivirla en su entrañas.
Esa realidad inventada le hizo tomar decisiones poco felices para la vida cotidiana y solo evaluó su gestión con su grupo de comando, una mesa chica cerrada y poco autocrítica.
Y aquí está el resultado.
Nada de lo planteado en la zona de promesas ocurrió.
Inflación incontrolable, inversiones que nunca llegaron, 35% de pobreza. Fracaso previsible para su intención de ser reelecto.
Pero en estas elecciones, no jugó únicamente el error no forzado del gobierno macrista.
Resulta tan relevante como insólito cómo frente a ese escenario de escasez, la gente y especialmente la clase media olvida rápidamente el robo, los bolsos, el convento, la corrupción, la muerte dudosa de un fiscal, la prepotencia y el aislamiento del mundo capitalista dominante…
Pero los argentinos van y vienen. Siempre esperando el cambio. Siempre sobreviviendo a las circunstancias.
Un país religioso políticamente que odia y ama a la vez. Difícil conducir cuando la pasión domina a la razón.
Pero lo que queda como lección para los argentinos y posiblemente para la región, es que a la gente y a las nuevas generaciones lo único que les interesa es el ahora.
La era de la inmediatez entró en la política. Guardemos los planes y el largo plazo. Son viejos.
Ahora es ideas y acción inmediata. Mensaje para los que quieran entender la nueva política.