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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Frases rudas en el teatro de sombras

"Las últimas semanas del acontecer político, me he sentido como espectador de un teatro de sombras. Y unos de los episodios más llamativos fue el protagonizado por la vocera del Gobierno".

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Ernesto Evans es El Dínamo.

Antiguamente se cultivó el teatro de sombras en China, India, Turquía. En una canción de Serrat, hay un relato de un chino que “a cambio de una cerveza, de noche en la cantina, con exótica destreza regalaba sombras, sombras de la China”. En el teatro de sombras, se proyectaban imágenes en un telón, usando distintas técnicas. Lo importante es que el público no viera las diestras manos, ni la tramoya e ingenios que la fuente luminosa proyectaba: sólo las apariciones, los reflejos, … o sea, un espectáculo de efectos ópticos. En Turquía se utilizó el teatro de sombras para la sátira política, con relativos atrevidos, mordaces e irreverentes.

Las últimas semanas del acontecer político, me he sentido como espectador de un teatro de sombras. Y unos de los episodios más llamativos fue el protagonizado por la vocera del Gobierno, cuando declaró respecto del Partido Socialista: “no tienen pudor para tratar, a través de esta acusación, de ocultar lo que todos los chilenos queremos saber, qué relación tiene el PS con el narcotráfico”. Eso hasta hoy ha generado unidad en un partido con bastante fuego amigo.

Como escribiera Newton, “Hypotheses non fingo”: no vale la pena enjuiciar esta frase, pero la inquietud natural motiva al intelecto auscultar qué hay detrás; qué manos diestras o ingenio humano se están proyectando en el telón del ágora pública, y permitiendo ese tenor de frases.

Creo que existe una realidad subyacente. Creo que puede haber intencionalidad, planificación o la expresión de un gran enojo detrás de la frase de la ministra Pérez. Pero también puede ser la manifestación de algo distinto, más poderoso, pero escondido. Una especia de falla de San Andrés, que podría originar una debacle en el trato público.

Mi hipótesis es que hay un sustrato en la acción de la ministra Pérez y de la reacción del gobierno, -que no necesariamente es hiper consciente y se presenta como un malestar soterrado-, que además está señalando que la convivencia política está a punto de cruzar el cerco de lo civilizado, y conducirnos a una escalada dialéctica de descalificaciones y desencuentro. Y ¿cuál sería el origen de ese escenario, sin duda muy negativo? La obstrucción por la obstrucción.

Después de escuchar el debate en la Sala de la Cámara sobre la reforma tributaria, lo que quedó en la retina fueron parlamentarios manifestando topicazos, frases para el bronce (incluso entonaciones) y descalificaciones (“comparsas de la derecha”) de impacto, pero poca sustancia. Podemos estar presenciando un corrimiento desde una adecuada convivencia (siempre con problemas) hacia el “bar de la guerra de las galaxias” político. Pero aún podemos frenar esto.

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