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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

El muro de Berlín: ¿estará aprendida la lección?

Al 2018, los sueldos del sector oriental son menores que en occidente, teniendo así que por cada 100 USD que percibe un alemán occidental, uno oriental solo recibe 84 USD.

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Patrick Poblete es Investigador en Instituto Res Publica.

Este 2019 se cumplen 30 años desde la caída del muro de Berlín. Hito que marcó a varias generaciones y que, para muchos, puso fin a una de las épocas de tensión global más generalizada de la era contemporánea: la Guerra Fría. 

La necesidad de cercar con un muro de 3,6 metros de alto, 155 kilómetros de largo, con más de 11.000 guardias y cerca de 300 puestos de vigilancia a un pequeño territorio dentro del sector oriental de Alemania Berlín Occidental, materializa la imposibilidad del sistema económico, político y social de la RDA para atraer y mantener a la población. Era tal la diferencia ya producida en 1961 entre las dos Alemanias que la construcción del “muro de protección antifascista” fue un imperativo urgente para los jerarcas orientales comunistas. En una lógica tradicional de regímenes totalitarios, omitieron la realidad poco deseada, prohibieron y reprimieron. 

Una característica especial del proceso de las dos Alemanias, desde las ciencias económicas y sociales, es la excepcional oportunidad de tener un contexto lo más similar posible a un estudio diseñado para evaluar distintos modelos de sociedad. A un mismo pueblo, con igual historia y realidad coyuntural, se le aplicaron ordenamientos sociales contrarios y los resultados fueron inequívocos. 

Hasta la actualidad llegan las consecuencias del retraso percibido en la ex República Democrática Alemana. Al 2018, los sueldos del sector oriental son menores que en occidente, teniendo así que por cada 100 USD que percibe un alemán occidental, uno oriental solo recibe 84 USD. Lo anterior va de la mano con el pausado crecimiento económico de oriente, en donde desde el año 1990, la fortaleza económica ha aumentado en un 43% mientras que, en occidente, lo ha hecho un 75%. Estas diferencias son cicatrices que aún duelen en el país germano, en donde además, 57% de aquellos provenientes del Este dicen sentirse ciudadanos de segunda categoría.

Es sorprendente que aún existan diferencias incluso luego de toda la inversión realizada por la ex República Federal Alemana para equiparar los estándares de vida, que significó un gran esfuerzo para los ciudadanos de occidente, pero más sorprendente aún es que pese a la fuerza de las evidencias, los relatos y las vivencias de todos aquellos que sufrieron los embates del modelo soviético de sociedad, y que incluso fallecieron intentando cruzar el muro, hoy existen en casi todo el mundo, con un prisma especial en América Latina a raíz del socialismo del siglo XXI, movimientos y partidos políticos que reivindican ideas y políticas públicas que evocan el recuerdo del modelo de sociedad de la Europa del Este de los 60´, 70´y 80´. 

En tiempos donde la información está al alcance de todos, incluso en exceso muchas veces, aún vemos países con patrones similares de control y represión política e ideas de centralización totalitaria. Entonces ¿estará aprendida la lección?.

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