¿Quiénes son los responsables?
"Sin duda que los mismos de siempre, los tres poderes del Estado todos indolentes, sordos y tozudos incapaz de tener empatía con la sociedad que a gritos pedía cambios estructurales".
Edison Gallardo es Autor del libro: "Mi infierno en el Sename" y actual director de fundación YNES
Un joven en situación de calle en una conversación dijo:
“No quiero que se acaben las marchas, porque uno se siente acompañado, siento que por primera vez sienten la misma rabia que sentimos nosotros a diario.
Cuando todos se van nosotros somos los que nos quedamos acá solos.
Entre ellos un niño de 12 años, continúa diciendo que ellos destruyen cosas que no son de ellos, porque ellos no pertenecen a este país, pertenecen a Sename y ese es otro país.
Vamos a seguir aquí, hasta que se acaben las marchas o los pacos no maten”.
El primer párrafo es un extracto de una conversación que sostuvo un manifestante con un niño en situación de calle.
Quiero reflejar que lo que está viviendo la ciudadanía es lo que se vive a diario en una residencia colaboradora o de administración directa del Estado, esencialmente Sename.
Ese Estado subsidiario que por Constitución impide reformas que vengan en directo beneficio de la sociedad la que gobierna.
Hemos visto pasearse por cada programa de televisión a diferentes políticos de todas las posturas hablando de cómo solucionar a lo llaman a conflicto social, sin caer en razón, que son esos mismos políticos los responsables de este grito ciudadano.
¿será que necesitan mantener la sintonía y el descontento?
Tenía este gobierno la oportunidad de cambiar para bien las cosas, pero más que bajar la furia ciudadana, este la aumento, realizando un cambio de gabinete que más bien pareció ser el juego de la sillitas musicales, dejando como vocera a quien inicialmente criminalizó a estudiantes, luego criminalizó las marchas, reprimió las manifestaciones y después, sin ápice de autocrítica y con una desfachatez típica de políticos, se subió al carro de la victoria con la marcha más grande de los últimos tiempos en nuestro país.
Me refiero a Karla Rabilar, quien estuvo 12 años en el Parlamento y nunca hizo nada favorable en pos de la ciudadanía.
Se ha naturalizado tanto la palabra perdón, pareciera que muchos de nuestros legisladores se han vueltos adictos a él, creyendo así, que nosotros, perdonaremos como la Iglesia perdona a sus pedófilos.
La misma actual vocera con una frialdad espeluznante dijo que el ex ministro Chadwick ya no estaba en el gabinete y había pedido perdón por las violaciones a los DDHH, agregando después un hay que avanzar.
Otros como el ex presidente de Evópoli el diputado Francisco Undurraga, comparó el daño a las estaciones de Metro con las muertes sucedidas en esta amarga etapa en la que atravesamos, equilibrando los DDHH al mismo valor que una cosa. Es allí donde cabe preguntarse ¿han entendido nuestras demandas?
Contamos con una Constitución creada en gobierno de facto, y que han negado constantemente a cambiar, llaman democracia a lo que tenemos, sin develar, que esta no es más que la hija de dictadura, en donde se nos impone, en donde solo los privados tienen acceso a: justicia, salud, y educación de calidad
En esta misma democracia al pobre se le condena y al rico se les manda a clases de ética.
En donde se criminalizó la evasión el Metro al límite de reprimirla llenando de piquetes de uniformados las estaciones, así como también salen llamando a dialogar y están reprimiendo manifestaciones pacíficas, con cada paso que dan solo incrementan el descontento a nivel país. llegando al vandalismo y destrozos.
¿Quién es el responsable?
Sin duda que los mismos de siempre, los tres poderes del Estado todos indolentes, sordos y tozudos incapaz de tener empatía con la sociedad que a gritos pedía cambios estructurales.
Nosotros los chilenos, no somos dueños del agua que bebemos, no somos dueños de la luz que nos alumbra, mucho menos, de las calles que transitamos o del cobre que producimos.
Nuestros fondos de pensiones son administrados por compañías que juegan al mejor postor en la bolsa, en donde si pierden por la caída, aquella pérdida la pagamos con nuestros dineros, cambio que realizó quien está pasando muy desapercibido en estos días, me refiero al señor ex Presidente Ricardo Lagos Escobar.
¿Somos los ciudadanos descontentos por este estallido social los responsables de la crisis?
No avalo la violencia desmedida, pero hay que reconocer que, sin ella, nada hubiese puesto trabajar a nuestra clase política que hoy intenta cual Poncio Pilatos lavarse las manos cubriendo su falta de conciencia.
En esta revuelta social, ya existen 121 personas desaparecidas según informan los medios, sin embargo, lo que ninguno de ellos comenta, es que desde el año 2010 a la fecha existen más de 1000 niños desaparecidos en esta tan manoseada democracia, nadie ha abogado por ellos, salvo el cúmulo pequeño de personas que siempre han gritado su existencia, sus dolores. Sus sueños.
Tampoco han hablado de los recursos míseros que impedirán a la Defensoría de la Niñez trabaje acorde a su cargo, gracias a que le asignaron un presupuesto ínfimo y mediocre.
Necesitamos ahora más que nunca una ley integral que proteja la infancia, una ley que tome al niño como sujeto de derechos y no objeto de intervención y caridad.
Ojalá que alguien más se sume a esta campaña, ya que están siendo los niños los más olvidados, incluso, por aquellos programas de televisión que han cubierto día a día las manifestaciones.
Nadie ha hablado de ellos, nadie ha sido capaz de mostrar como están viviendo esta angustiante situación que no tiene para cuando acabar.
¿Se han dado cuenta que nuestros legisladores, han sacado leyes en menos tiempo al que nos habían acostumbrado? Algunas de las más recientes han durado 10 años en su tramitación, otras que aún descansan ¿será que de verdad quieren cambios significativos para el país, o solo pretenden congraciarse con la sociedad para obtener réditos políticos’.
Solo espero por el bien de nuestro país, que, a los niños de hoy, a esos que se encuentran privados de su libertad por ser pobres, no los conviertan, en los hombres descontentos del futuro, toda vez, que si esta generación es revolucionaria y sin miedos.
Piensen cuánto daño puede causar una sociedad creada a golpes y descontenta.