Movilización Social de Fuerza y Democracia
"El problema de lograr cambios a través de la movilización social de fuerza es que esto NO es democrático".
Héctor Navarrete es Abogado y vicepresidente de Corporación Convergencia Liberal
Llevamos más de 35 días de movilización social de fuerza. Período que comenzó el 18 de octubre con la quema simultanea de siete estaciones del Metro de Santiago. Delito del cual aun desconocemos sus autores intelectuales y materiales.
Hoy escuchamos frases como “aguante cabros”, “buena cabros”, “gracias cabros”, “no aflojen… porque si no hay cambios ahora no los habrá jamás…”. El mensaje que manda parte importante de la izquierda, prácticamente toda, es valorar la movilización social como un instrumento de cambio social. A través de la movilización social, como dicen muchos, se logra correr el cerco de lo posible. Se permiten los cambios que durante años se han negado. Hoy protestamos por treinta años de abusos dicen otros.
Valoro la movilización social como un instrumento que permite sacar a flote, mostrar y representar el descontento de una parte de la sociedad con normas o sistemas que las afectan y que se consideran injustos. La movilización social y la protesta ocupa un rol importante en las sociedades democráticas pues es un mecanismo extremo que tienen las minorías para representar sus puntos de vista a la sociedad. Por eso, todas las constituciones democráticas del mundo consagran el derecho a reunión y a manifestarse “pacíficamente”.
Lamentablemente muchas de las manifestaciones que estamos viviendo hoy en Chile están acompañada de violencia. Ha habido saqueos, vandalismo, incendios y destrucción. Es una movilización sin respeto por los derechos civiles y políticos de los demás conciudadanos. Los jóvenes al sentarse en el metro de Santiago impidiendo el normal desempeño de éste, están perjudicando a miles de santiaguinos.
Al cortar un camino o una carretera con una barricada se afecta el normal abastecimiento y circulación por la ciudad. Para que decir al quemar sedes de bancos o de organismos públicos, se provoca temor y una alteración limite del funcionamiento de las ciudades.
Agregamos a la movilización social de fuerza, un gobierno débil y entrampado y una oposición que se niega a darle el soporte que necesita para fortalecer el orden público. Un enfoque estatal sólo preocupado de los abusos de los agentes del Estado y tratando como si fuera un problema entre privados el abuso y medidas de fuerza de los manifestantes.
El resultado de lo que llamaré la movilización social de fuerza, esto es aquella que hipócritamente va acompañada de mediadas violentas, es que logró correr el cerco de lo políticamente posible, logró instalar el programa de la izquierda. Hoy se habla de cambio constitucional, hoy se habla de múltiples cambios en la agenda social y económica. ¡La movilización social de fuerza resultó!, infundió temor y logró correr el cerco. Por eso el acuerdo que firmaron gran parte de los partidos políticos se llama “Acuerdo por la Paz Social y Nueva Constitución”.
El problema de lograr cambios a través de la movilización social de fuerza es que esto NO es democrático. Los cambios así obtenidos pueden ser cuestionados en su legitimidad por ser en parte, al menos, producto de la coacción y la fuerza, y sientan un peligroso precedente. Si esto resultó una vez porque no seguir aplicando la misma receta… La extrema izquierda al imponer su programa apoyada hipócritamente en la movilización social de fuerza relativiza la democracia. El fin no justifica los medios.