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Actualizado el 24 de Noviembre de 2020

El momento constituyente: El desafío es una política diferente

Los numerosos cabildos y encuentros, donde las personas manifiestan su desconfianza con el orden actual y piensan conjuntamente en un futuro alternativo, son espacios donde también se generan nuevas relaciones sociales.

Cabildo asamblea constituyente
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Nicolás Perrone es Profesor asociado e investigador de Derecho Internacional UNAB

Los momentos constituyentes son míticos. Expresiones contra la opresión son cosas de todos los días. Pero los momentos míticos son diferentes: éstos se hacen un lugar en los libros de historia. El rechazo a nuevos impuestos está asociado a la independencia y constitución de los Estados Unidos de 1787. El fin del apartheid en Sudáfrica es la fuerza que desde 1994 legitima su constitución.

Hannah Arendt estudió estos momentos míticos, definiéndolos como aquellos en que los miembros de una sociedad se dan la oportunidad de retomar la política como un espacio donde el cambio es posible. Para Arendt la legitimidad de las constituciones yace en los mitos que las anteceden, que crearon el espacio político para su nacimiento y consolidación. Estos mitos se extienden más allá del momento de quiebre del orden actual. Son también los actos colectivos que dan origen a nuevas prácticas políticas que luego del quiebre demandan y facilitan cambios. Hoy Chile se encuentra en uno de estos momentos.

Desde el 18 de octubre, los hechos sucedidos son más que expresiones cotidianas de rechazo a la desigualdad económica y social. En las calles de todo el país, las movilizaciones y pintadas han dado paso a un proceso político diferente. Se trata de numerosos cabildos y encuentros, donde las personas manifiestan su desconfianza con el orden actual y piensan conjuntamente en un futuro alternativo. Son espacios donde también se generan nuevas relaciones sociales.

Estos cabildos y reuniones confirman que las expresiones de rechazo al orden actual tienen un carácter distinto. No solo instalan la necesidad de reforma constitucional, sino que vuelven a esta reforma – o su consideración – algo casi ineludible.

Este proceso no garantiza que la reforma vaya a ocurrir, ni que todas y todos queden satisfechos con los resultados. Esto depende de muchos factores. Uno es el protagonismo de los partidos políticos. Más que nadie, sus líderes tienen el peso del momento constituyente, del mito que se construye en las calles, los cabildos y las reuniones. Por el momento, no obstante, los políticos no han sabido resolver una situación tanto difícil
como inusual.

En tiempos normales, los partidos políticos promueven sus intereses y los de sus votantes. Como explica Bruce Ackerman, esto es política como todos los días, como ocurre en el congreso. El problema es que los momentos constituyentes no son política como todos los días. Estos exigen más de los partidos. Requieren que sus líderes escuchen y respondan a los actos colectivos que suceden en los cabildos y encuentros.

Esta difícil tarea requiere de un esfuerzo extraordinario tanto de los líderes políticos como de los académicos y actores de la sociedad civil que se encuentran entre los cabildos y la política partidaria. No hacer este esfuerzo, darle la espalda al mito constituyente, puede tener consecuencias impredecibles, además de dejar escapar un momento mítico para considerar un cambio que muchas y muchos entienden como necesario.

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