Cambio de planes
Mucho se ha hablado de aquellos que, con mucha ambición y poco escrúpulo, son capaces de acaparar bienes de primera necesidad para efectos de crear una ventaja artificial. Esta actitud es siempre condenable y se opone a la de aquellas personas que buscan solucionar el problema de la escasez por medio del trabajo.
Juan L. Lagos es Investigador Fundación para el Progreso
La llegada de la pandemia a Chile ha truncado todos nuestros planes en un corto y mediano plazo cosa de la cual ni siquiera se libra nuestra clase política. Si el derrocamiento del presidente Piñera era una alternativa posible hace unas semanas, hoy resulta tan inviable como inoportuna. Hay quienes podrían ver en el manejo de la crisis sanitaria una oportunidad que el Gobierno no merecía en atención a su desempeño previo. Con todo, dicho análisis resulta espurio dado que el mérito no es la forma más idónea para medir las oportunidades: estas se aprovechan o se malogran y el bien común exige que pase lo primero.
«¡Ah, qué abrazo tan ruin el que la necesidad hace dar y no sentir!» decía Calderón de la Barca. No deja de ser irónico que el imperativo de estar unidos llegue en el momento en que más polarizados estábamos. Pero, ante la urgencia, lo mejor es adaptarnos pronto y dejar en pausa los conflictos que nos separaban. La alternativa a esto último es seguir el curso autodestructivo en el cual estábamos y esto solo traerá más calamidad. Ya vendrá el tiempo para resolver democráticamente nuestras diferencias manteniendo vigentes nuestros acuerdos previos, pero dicho momento exige tanto protagonismo como esta crisis y confundir ambos planos no hace más que perjudicar estos dos procesos.
Mucho se ha hablado de aquellos que, con mucha ambición y poco escrúpulo, son capaces de acaparar bienes de primera necesidad para efectos de crear una ventaja artificial. Esta actitud es siempre condenable y se opone a la de aquellas personas que buscan solucionar el problema de la escasez por medio del trabajo. Lamentablemente, muchos políticos no están ajenos de esta actitud especuladora, buscando sacar provecho de esta situación. Por mal camino vamos si nuestros líderes son incapaces de comportarse con la generosidad que demandan a la ciudadanía en estos tiempos de emergencia.
Necesitamos de hombres y mujeres de Estado, de gestos como el de don Eduardo Frei Montalva en Conflicto del Beagle en 1978. La correcta gestión de esta crisis debe ser un triunfo de todos y apostar por la derrota es una actitud mezquina que podría traer beneficios en el corto plazo, pero que en el largo solo cristalizará la idea de que la clase política solo opera como un obstáculo a la solución de los problemas públicos.