La vida es lo primero
"Urge, en este sentido, promover políticas públicas que apoyen la maternidad y la infancia, más aún la vulnerable, para que puedan ser debidamente resguardadas en cada ámbito de la vida social".
Tomás Bengolea L. es Presidente de Fundación ChileSiempre.
Chile y el mundo enfrentan un desafío extraordinario, inimaginable hace sólo algunos meses, y que tiene a la inmensa mayoría de los Estados en alerta, sus economías paralizadas o a medio morir saltando, y a los gobiernos de las diversas latitudes tremendamente preocupados y tomando todas las medidas posibles para contener el avance del coronavirus.
En este contexto, el pasado miércoles 25 de marzo conmemoramos el Día del que está por nacer y la adopción, celebración establecida en Chile por la ley 20.699 desde el 2013, gracias al apoyo de una mayoría transversal de parlamentarios. Aunque no estamos en tiempos de celebraciones, esta conmemoración nos puede llevar a hacer algunas reflexiones en torno al coronavirus y el valor de la vida.
En tiempos en que la pandemia del coronavirus y la emergencia sanitaria que ha provocado nos recuerdan la fragilidad de la vida humana, se hace necesario recordar la importancia de promover una cultura de la vida, que ponga en el centro de la sociedad a la persona humana, independiente de su etapa de desarrollo. Una sociedad justa es precisamente aquella que pone en el centro la vida humana y su dignidad, ese valor intrínseco que poseemos por el sólo hecho de formar parte de la especie humana. Para quienes somos provida, los desafíos son múltiples, especialmente en los tiempos que corren.
Proteger y defender la vida del que está por nacer es un gran desafío, y una batalla a largo plazo. Sin embargo, no se trata sólo de afirmar que dentro del vientre materno hay una vida humana que debe ser resguardada, sino también de hacernos cargo de las dificultades y los dolores que atraviesan miles de madres con embarazos complejos y vulnerables. En este tiempo hemos hecho conciencia de la importancia de proteger a las madres embarazadas de cara a la emergencia sanitaria, pero debe ser una prioridad siempre.
Urge, en este sentido, promover políticas públicas que apoyen la maternidad y la infancia, más aún la vulnerable, para que puedan ser debidamente resguardadas en cada ámbito de la vida social. La creación y promoción de programas de acompañamiento económico, médico y psicológico a mujeres embarazadas en situación de vulnerabilidad; una modernización profunda al Sename que ponga la dignidad de los niños en el centro y una correcta fiscalización de los hogares de acogida para niños en adopción son sólo algunas medidas que debemos promover quienes creemos en un Chile pro mujer, pro niño y provida.
La crisis sanitaria nos ha hecho, a su vez, centrar la mirada en nuestros adultos mayores. Como jóvenes tenemos una responsabilidad especial en el cuidado de quienes ya dieron todo por sacar adelante a sus familias, y que hoy están especialmente expuestos al coronavirus. Sin embargo, promover una vida digna para nuestros abuelos implica también hacerse cargo de realidades preocupantes: debemos mejorar las pensiones de las personas de tercera edad en Chile, promoviendo mayor solidaridad y destinando recursos políticos a subir las pensiones, dejando de lados las trincheras ideológicas y los eslóganes, que poco aportan al debate.
Promover una cultura provida tiene diversas dimensiones: la defensa del niño que está por nacer; el acompañamiento a madres con embarazos complejos y vulnerables, a quienes nos podemos dejar solas; el cuidado y protección de nuestros adultos mayores y el trabajo por la construcción de una sociedad más humana, en que todas las personas puedan vivir dignamente. En definitiva, momentos complejos como el que atravesamos producto de la pandemia del coronavirus nos recuerdan que, en la consolidación de una sociedad más justa, la vida es lo primero.
