¿Perderemos el año?
"El año no estará perdido. Imposible. Existe, avanza y dejará una enorme huella de experiencias, aprendizajes diversos, temores, dolores, penas y alegrías. El 2020, entonces quedará en el recuerdo, como el año en que las personas aprendieron más sobre sí mismas".
Ingrid Boerr es Secretaria Académica de la Escuela de Educación Parvularia de la Universidad de las Américas.
En momentos que un microscópico virus pone en jaque al mundo entero, la educación es un tema, como siempre. ¿Se va a perder el año? ¿cómo se pierde un año? ¿es posible que quede como un agujero en la vida?
Aún encerrados, el tiempo transcurre y pasan muchas cosas. ¿Cómo se pierde entonces un año? En este tiempo habrá conversaciones, información a través de los medios y las redes; actividades que nunca se hicieron y se aprendieron a hacer; discusiones y acuerdos a los que hubo que llegar; preguntas que se hicieron; algunas respuestas; intentos por averiguar cosas, que incluso abrieron más preguntas.
Así entonces, el año no estará perdido. Imposible. Existe, avanza y dejará una enorme huella de experiencias, aprendizajes diversos, temores, dolores, penas y alegrías. El 2020, entonces quedará en el recuerdo, como el año en que las personas aprendieron más sobre sí mismas, de sus proyecciones, sus limitaciones, sus luces y sus sombras.
Los niños, niñas y jóvenes habrán descubierto que había muchas cosas por aprender, en todos los lugares y que podían hacerlo y que eso tiene un enorme valor, aún cuando no necesariamente eso quede reflejado en notas y certificados.
Entonces, el año no se habrá perdido y hay que aprender a valorar todo lo acumulado. Los educadores, por nuestra parte, habremos tenido la oportunidad de aprender, en este empeño por tratar de responder de la mejor manera posible, no sin enormes dificultades. Esto, porque, tanto nosotros como nuestros estudiantes, necesitamos explorar en otras herramientas y recursos para desarrollar los procesos de enseñanza y aprendizaje, que van mucho más allá que desarrollar contenidos enunciados en programas y planificaciones.
No podemos pensar que a la vuelta la rutina escolar o académica será la misma. Si hacemos eso, no hemos entendido nada de lo que hemos vivido. La vuelta tal vez sea más compleja que este tiempo vivido. Todos hemos vivido cosas impensadas, habremos aprendido quizás más que nunca, lo que no sabíamos y lo que nos falta por saber.
Debemos preparar el retorno. Necesitamos pensar cómo recoger lo vivido, cómo averiguar lo aprendido, cómo aplicar lo experimentado. Tendremos que incorporar nuevas formas de enseñanza, usar adecuadamente los nuevos recursos que experimentados y aprender a evaluar y -por fin- de acuerdo a los progresos de cada estudiante.
Queremos volver, pero no podemos volver a lo mismo. Si así fuera, no hemos aprendido nada, y tal vez ahí el año sí estará perdido.