La crisis del Covid-19 nos está enseñando que requerimos cuanto antes de un nuevo Estado Digital
"Un buen ejemplo a nivel mundial es el caso de Estonia que es un Estado completamente digital. Ellos tienen una puntuación del 79 en el índice de Transformación Digital y en Ciberseguridad alcanzan otros 81".
Kenneth Pugh es Senador independiente pro RN por Valparaíso
Recientemente, el Gobierno de Chile recibió en base a un proceso de solicitud formal de información (RFI) antecedentes para el “Desarrollo e Implementación de un Modelo de Interoperabilidad del Estado bajo el marco de la Ley de Transformación Digital”. A través de este modelo de Interoperabilidad se busca la adopción de una solución tecnológica que sea escalable para todo el Estado.
Esta es una buena noticia ya que el país está avanzando hacia un aparato estatal robusto que cuente con todos sus servicios y trámites online, lo cual más que nunca hoy se vuelve prioritario, ya que la crisis del coronavirus ha dejado en evidencia largas filas en las afueras del Registro Civil o del seguro de cesantía generando aglomeraciones y la posible propagación de la enfermedad.
La crisis del Covid-19 nos está enseñando que requerimos cuanto antes de un nuevo Estado Digital. Hoy más que nunca necesitamos de un Estado Digital que termine con las largas filas y los trámites burocráticos en papel. Si bien hemos avanzado en la materia y ya contamos con una Ley de Transformación Digital en vigencia hace unos meses, aún vemos bastantes usuarios de servicios públicos que deben cobrar sus seguros de cesantía o sacar algún documento en el Registro Civil obligatoriamente de manera presencial.
Por eso tenemos que dar paso a una segunda fase del nuevo Estado Digital y agilizar la licitación del modelo de interoperabilidad del Estado ya que es una tarea pendiente hace años. Según los epidemiólogos, la pandemia podría extenderse por varios años y por lo mismo necesitamos poner en marcha los principios de este modelo y una solución tecnológica acorde a las exigencias que demanda una sociedad que camina hacia lo digital, pero sin olvidar que tiene que ser de manera segura.
Por otro lado, debemos ir cerrando las brechas de alfabetización digital porque no todas las personas saben cómo acceder a Internet u obtener una Clave Única, por ejemplo, nuestros adultos mayores. Ese grupo de alto riesgo es al que debemos asistir y proteger como autoridades. En este punto, las municipalidades que tienen contacto más directo con sus comunidades pueden ejercer un rol fundamental.
En este nuevo escenario de crisis, Chile necesita de forma urgente la digitalización del Estado. Este sistema digital, transaccional y seguro debe tener bases sólidas en su construcción que permitan el balance perfecto en el acceso rápido y seguro de los ciudadanos al aparato estatal para que se resuelvan sus requerimientos de forma expedita, con trazabilidad y registro a través de medios electrónicos.
Debemos avanzar en identidad digital y firma electrónica avanzada y domicilio digital, pero no podemos descuidar la ciberseguridad y el cuidado irrestricto de la privacidad de los datos de más 18 millones de compatriotas, lo que considera ampliamente el concepto de la protección de datos personales y especialmente los sensibles. Un país con servicios públicos digitales avanzados no comete errores con planillas excel dado las ha erradicado, y es la única forma de lograr un efectivo control del gasto público que facilite el anhelado desarrollo económico y por ende una sociedad más justa y con equidad, donde los derechos de los ciudadanos se respeten y se auditen.
La implementación desde hace tiempo de la Clave Única ha sido el primer avance en Chile y su masificación en los últimos meses ha servido mucho en estos tiempos de Covid-19, en que se necesita el distanciamiento social. No obstante, aún nos encontramos en pañales al compararnos con las potencias digitales como Estonia o Nueva Zelandia que son parte del grupo “Digital Nine”. Además, necesitamos de nuevos proyectos de ley que faciliten algunos aspectos de la interoperabilidad del Estado, especialmente en su relación con los mercados regulados, el sector privado y las personas, por lo que se debe apurar el tranco. Requerimos plataformas digitales confiables y escalables que permitan llevar los servicios transaccionales estatales a las pantallas de los dispositivos electrónicos de los ciudadanos, de forma segura.
Un buen ejemplo a nivel mundial es el caso de Estonia que es un Estado completamente digital. Ellos tienen una puntuación del 79 en el índice de Transformación Digital y en Ciberseguridad alcanzan otros 81. En tanto, Chile llega solo a 65 puntos en Digitalización, mientras en Ciberseguridad rondea los 50 puntos. Es imperativo embarcarnos ahora en el mundo digital y esto debe propiciarse desde el aparato estatal, la sociedad civil organizada, el mundo académico, el sector privado y la ciudadanía. Además, es primordial contar con conocimientos locales, investigación nacional y más profesionales expertos en esta materia: talento y recursos humanos capacitados para estos desafíos que conlleva la Revolución 4.0.
Estonia es reconocida por ser la nación más digital y emprendedora de Europa. Allí sus ciudadanos pueden votar, pagar impuestos, revisar archivos médicos e incluso registrar una empresa en cuestión de minutos, sin requerir luego como en Chile, que después del trámite de “una empresa en un día”, se debe hacer el trámite en papeles y de larga duración para obtener la patente comercial en su comuna.