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Actualizado el 24 de Noviembre de 2020

Todos somos “respiratorios”: el rol de kinesiólogos y kinesiólogas en la atención de personas con COVID-19

Tenemos muchos métodos para objetivar, técnicas para tratar, y estrategias para prevenir, pero lo relevante hoy es juntar todas las especialidades y hacer sólo una, preocupada de una buena atención y un actuar ético basado en el autocuidado.

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Myriam Gutiérrez, Víctor Sepúlveda y Jorge Mauro es Docentes Línea Cardiorrespiratorio Escuela de Kinesiología de la Universidad Diego Portales

Nuestra joven y alentada profesión, pronta a cumplir su 51° aniversario desde la promulgación de la ley de colegios profesionales, 73 años desde el nombramiento de “kinesiólogo” y sólo 61 años desde el primer egresado con dicho título, no puede dejar de reflexionar en cuál es su rol, más aún hoy, teniendo en cuenta la actual pandemia y sus efectos en la población chilena y mundial.

Como profesionales de la salud, nos centramos en la atención de personas y comunidades a lo largo de todo su ciclo vital, y al igual que muchos profesionales y técnicos en salud, en permanente contacto con personas con la enfermedad COVID-19, somos parte de un grupo de alto riesgo de contagio, por el rápido avance de esta pandemia y su transmisión por gotas, que podría llegar a afectar al 20% de los trabajadores de la salud.

Si bien el SARS-CoV-2 ha requerido un dinámico actualizar de acciones, definiciones y protocolos, con el objetivo de mejorar la calidad de la atención de los pacientes y disminuir el riesgo de contagio en los y las profesionales, hay elementos que debemos tener en cuenta para minimizar este riesgo.

Primero, una apropiada higiene de manos antes y después de cada atención en personas con sintomatología respiratoria y/o imagenología característica del SARS-CoV-2 (independiente de que sea o no caso confirmado o sospechoso); el adecuado uso de elementos de protección personal, que incluye mascarillas de alta eficiencia (tipo N95/K95, máscara de medio rostro o máscara facial completa con filtro P95/P100, etc.); protector ocular (escudo facial, antiparras con protector lateral); guantes de procedimiento, y el uso de pechera con manga larga, entre otros elementos como gorro y trajes más completos.

Tener en cuenta la realidad de cada recinto de salud, y que el 85,7% de los profesionales de la salud afirman no contar con los elementos de protección adecuados, no obstante, como profesionales debemos estar en alerta y seguir el paso a paso.

En particular, kinesiólogos/as que realizan procedimientos respiratorios deben tener extrema precaución, especialmente, en la atención de urgencia, a través del primer contacto y en la toma de muestras de secreción de esputo corriente, baciloscopía, hisopado nasofaríngeo y aspirado nasotraqueal; en la ejecución de técnicas kinésicas respiratorias especialmente las de drenaje bronquial y permeabilización de la vía aérea, incluyendo la succión endotraqueal, ya que son procedimientos considerados de alto riesgo de generación de aerosol, aumentando aún más el riesgo de contagio para el profesional no protegido; y en el manejo de ventilación mecánica, cuyas recomendaciones pueden encontrar en protocolos y guías.

Expertos recomiendan el uso de máscara por parte del paciente, ya que la tos se transmite hasta a 68 cm, distancia que se reduce a 30 cm usando una máscara quirúrgica, y 15 cm usando N95/K95.

Estas precauciones no son exclusivas de la atención hospitalaria/clínica, se extienden para la atención de personas en establecimientos de larga estadía para personas mayores (ELEAM) y en programas de hospitalización domiciliaria, donde es relevante la seguridad y el primer contacto telefónico, para mantener el distanciamiento social y disminuir los riesgos de contagio de la comunidad.

Asimismo, se ha recomendado realizar telerrehabilitación en pacientes que puedan beneficiarse, para mantener la distancia social y no perder los beneficios de una atención guiada, y de hecho la incorporación reciente del régimen de algunas prestaciones de salud a distancia es un primer avance al respecto en la modalidad libre elección.

Pero más allá de la etiqueta –respirólogo, intensivista, neurokinesiólogo, cardiokinesiólogo, kinesiólogo musculoesquelético, kinesiólogo geriátrico, u otro– y del hecho de que en esta pandemia “todos somos respiratorios”, debemos considerar pertinente la fase de rehabilitación terciaria asociada a la recuperación post daño pulmonar crónico asociado a la fibrosis pulmonar, para insertar el entrenamiento específico de músculos respiratorios y optimización de la función pulmonar.

Asimismo, tener presente nuestro relevante rol en la prevención y tratamiento de los efectos del reposo prolongado asociados a la hospitalización. Todos tendremos un rol que aportar en la prescripción de ejercicio y rehabilitación como expertos en el movimiento humano, e independiente de nuestra formación y especialización, en cada atención brindamos una atención cercana e integral, preocupados de la mantención y optimización de la función.

Y esto, por cierto, también implica alto contacto físico con el paciente, pero con medidas apropiadas de seguridad ocupacional y protección del paciente, podremos aportar en la recuperación funcional durante y posterior a la enfermedad, con la empatía que requiere recordar el aislamiento social y el estado de salud nuestros pacientes.

Tenemos muchos métodos para objetivar, técnicas para tratar, y estrategias para prevenir, pero lo relevante hoy es juntar todas las especialidades y hacer sólo una, preocupada de una buena atención y un actuar ético basado en el autocuidado, los cuidados del paciente, y la prevención.

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