Discusiones bizantinas
Pablo Vidal es Diputado Revolución Democrática
En 1453, cuando el imperio turco-otomano asediaba a Constantinopla, sus principales autoridades religiosas discutían un tema clave para su futuro inmediato: el sexo de los ángeles. De ese hecho histórico nacería el término “discusión bizantina”, como símil de discutir temas que no importan.
Las urgencias de la mayoría de los chilenos hoy se concentran en salud y trabajo. Por eso el proyecto que habíamos presentado hace 6 años para reducir en un 50% la dieta parlamentaria -la más alta de la OCDE, equivalente a más de 40 sueldos mínimos o 100 ingresos familiares de emergencia- permitía finalmente hacer ese gesto tan necesario como urgente: ceder privilegios, como bien dijo meses atrás la primera dama en un audio que se filtró por redes sociales.
Sin embargo, al cierre de este proyecto se levantó una polémica artificial en torno al uso que algunos diputados hacen con ese 50% de su sueldo, a saber, entregarlo al partido con fines de sostenerse con independencia, proyectar el ingreso de futuros candidatos y sobre todo, no replicar las prácticas de otros partidos que financiaron sus campañas con dinero de grandes grupos económicos, los que en la práctica compraban su voluntad política.
Los ejemplos son tristemente conocidos. Personeros UDI que recibieron desde el grupo Penta cientos de millones para sus campañas, o SQM, que desde 2015 se le conocieron más de 800 facturas y boletas de honorarios falsas, superando los 4 mil millones en aportes irregulares. En 2018 tuvimos 8 condenados, 148 formalizados, 110 imputados y 71 sobreseídos. SQM pagó una multa de 2.550 millones y el caso se hizo emblemático del financiamiento irregular de la política. Y así se sumaron otras también: Corpesca, OAS, Cencosud, Camanchaca, Asipes, Lota Protein, Brumar y más.
Lo insólito de este prontuario es que quienes por años se negaron a bajar sus sueldos y que junto con haberlos recibido íntegramente fueron además a buscar financiamiento a los grandes grupos económicos, hoy rasgan vestiduras por un proyecto político autofinanciado con el sueldo de sus militantes, autónomo de intereses económicos y con capacidad de ahorro para abrir las puertas a nuevos candidatos que no puedan costear sus campañas.
Y si bien siempre fuimos transparentes con el uso de nuestros fondos, es cierto que pudimos catalogarlo de otra manera: traspasos, aportes o ahorro quizás hubiese sido mejor entendido que “donación”, aunque la Ley de Partidos Políticos las define como “donaciones”. Sin embargo, el nombre no es lo más importante aquí.
A diferencia de quienes en diciembre, asustados por las movilizaciones ciudadanas, votaron a favor de una rebaja inmediata del 50% y esta semana se dieron vuelta la chaqueta, nosotros seguimos diciendo y haciendo lo mismo que hemos dicho y hecho durante 6 años.
Un error semántico no puede sobreponerse a los principios que hay en juego, buscamos como siempre seguir profundizando la transparencia de la política mientras que enfocamos su pertinencia a las necesidades de nuestro país. Tenemos desafíos enormes, que requieren compromiso, colaboración, trabajo y sentido de urgencia. Esta discusión bizantina sobre la “donación” de la dieta durará unos pocos días, mientras Chile sigue esperando que entremos a los debates de fondo para construir un mejor país.