Covid-19 y los peligros que corren los niños y niñas
"La proporción de niños y niñas se ha triplicado respecto al total de población contagiada, porque el virus bajó de zonas altas a populares, donde habitan más niños y niñas".
Estela Ortiz Rojas es Encargada del Área de Infancia de la Fundación Horizonte Ciudadano.
Según el último informe epidemiológico, al 20 de mayo en Chile, se confirmaron 53.617 casos con Covid-19, lo que representa un aumento 25 veces respecto a la cifra del informe que presentó el Minsal el 30 de marzo, donde la población contagiada era de 2.088.
En relación con los niños y niñas entre 0 y 9 años, el informe muestra que actualmente existen 1.883 contagios, con un aumento 67 veces respecto a la cifra del primer informe, que consideraba 28 casos.
Asimismo, si se analiza el porcentaje de niños y niñas menores de 9 años en relación con el total de la población contagiada, se observa un aumento constante desde un 1.3% a un 4,1% en la actualidad.
La proporción de niños y niñas se ha triplicado respecto al total de población contagiada, porque el virus bajó de zonas altas a populares, donde habitan más niños y niñas.
Pero este hecho es invisible. No ha estado presente en los análisis de los expertos y hoy desconocemos las causas de su aumento ni la gravedad de los casos.
Tan grave como lo anterior, se desconocen protocolos que velen por los menores que tienen a sus padres infectados.
Lo anterior ocurre porque la niñez no ha sido definida como un grupo de alto riesgo en términos de letalidad. No obstante, se desconocen los efectos secundarios o de largo plazo que puede generar este nuevo virus.
Así, a los niños y niñas, se les identifica más bien como “vectores de contagio”, es decir, quienes pueden contraer la enfermedad sin reacciones sintomáticas graves y, por tanto, en la interacción con otros pueden contribuir a la expansión de la enfermedad, pero debajo de lo aparente, se estigmatiza a los niños y niñas al definirlos como “peligrosos”.
Hace más de dos meses que en diversas comunas del país, niños y niñas están confinados en sus hogares, sin disfrutar las actividades propias de su edad, con sus pares, en el barrio, al aire libre, ni salir de su casa para ir a la escuela, al jardín o sala cuna; ni abrazar a personas queridas que viven en otro lugar.
Deben permanecer en espacios cerrados, muchas veces estrechos, al cuidado de adultos que están, en varios casos, estresados por la pérdida de fuentes laborales o falta de recursos para comprar desde lo más básico; o por exigencias del teletrabajo sumadas a las labores domésticas recargadas por altas exigencias de higiene.
Y habrá consecuencias en la salud mental y desarrollo de incontables niños y niñas, al permanecer en ambientes en los que pueden producirse o aumentar las situaciones de maltrato, a causa de los estresores que agobian a las familias, dando lugar a la violencia en las relaciones, al desmedido consumo de alcohol y otras conductas de riesgo.
Resulta imperioso el llamado a las autoridades de gobierno a extremar los apoyos económicos a las familias que no cuentan con los medios para vivir dignamente y satisfacer las necesidades de subsistencia de todos sus integrantes, lo que en el escenario actual se ve agudizado por la amenaza del contagio.
En este escenario, los municipios son valiosos para esta tarea porque cuentan con la información de las necesidades y tienen la agilidad para ayudar y orientar a quienes lo requieren.