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Actualizado el 24 de Noviembre de 2020

El gasto público y la pandemia

"De alguna manera la racionalidad moderna y postmoderna no está siendo útil para la comprensión de los fenómenos sociales ante los cuales nos enfrentamos".

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Jaime Abedrapo es Director de la Escuela de Gobierno de la USS

Desde la crisis social y la sanitaria nos hemos encontrado con la necesidad de reconsiderar el papel del Estado respecto a su capacidad de regulación, fiscalización y, sobre todo, de conductor de la sociedad bajo un Estado de excepción constitucional. En estas circunstancias es el instrumento principal para contener las demandas sociales y prestar cobijo a las personas que lo requieren en tiempos de pandemia y carencias de todo tipo (seguridad, alimentos, etc.) Por cierto, la acción conjunta y complementaria pública y privada es deseable, pero en tiempos de crisis y en búsqueda del bien común ha quedado claro por todos y todas que el actor central y conductor debe ser el Estado.

Esta reflexión es muy profunda y estructural en tiempos que es público y notorio que existe menos satisfacción y compromiso con la democracia liberal, porque esta pareciera verse como un sitio transaccional de intereses particulares, y no como un espacio de acción para el bien común. Esta problemática política, social e incluso cultural, no está solamente en Chile. Más bien pareciera presente en prácticamente todo occidente.

De alguna manera la racionalidad moderna y postmoderna no está siendo útil para la comprensión de los fenómenos sociales ante los cuales nos enfrentamos. Están colisionando violentamente (literalmente) quienes se mantienen en las lógicas cartesianas del racionalismo que en lo económico y social lo vemos desde la influencia que ha tenido y mantiene el régimen internacional financiero, comercial, entre otros, que han dibujado la política pública que se enmarca en lógica de eficiencia y eficacia que hoy se muestra un tanto anacrónica o impotente ante las necesidades de un cambio de en las lógicas sociales y políticas. Ejemplos de esto hay varios, pero veamos el medioambiente. Al respecto, las políticas públicas en Chile han privilegiado la eficiencia económica traducidas en empleos, privados que explotan materias primas y recursos naturales que restan carga laboral al Estado, entrada de divisas, y un tremendo etc., sin embargo, esa lógica muy eficiente y eficaz para mantener las estructuras macroeconómicas de capitalización de la economía, hoy se advierten como un sistema simplemente insostenible, ya que sus supuestos efectos positivos en la sociedad se han transformado en los principales desafíos para la humanidad. ¿por qué hablar de esto cuando se discute sobre el gasto público?, la razón es simple, primeramente, debemos zanjar qué entenderemos por desarrollo a objeto de poder evaluar las políticas públicas.

En los hechos se ha perdido la disciplina fiscal, siendo ello una característica de países de primer y tercer mundo, y las razones que se suelen presentar sólo advierten a la corrupción y al populismo, que sin duda son elementos centrales en la discusión, sin embargo, no recogen la necesidad de un nuevo diseño de políticas públicas. Uno que se acerque más a escuchar a las comunidades. Esta metodología de evaluación cualitativa es aplicada en Chile en algunas evaluaciones, pero muy tímidamente aún. Si los técnicos de estas materias no comprenden la relevancia de crear comunidad por medio de las políticas públicas, que es algo bastante diferente a la focalización de los recursos, muy posiblemente una reestructuración del sistema de evaluación de las políticas públicas no consiga estar en sintonía con las necesarias reformulaciones que se deben impulsar desde la política en la estrategia social tendiente a crear confianza, credibilidad y comunidad.

Estos planteamientos se realizan en momentos en que el Estado está aumentando en un 7% el gasto público a raíz de la crisis Covid 19, que se explican en los 2,5 millones de canastas de alimentos para quienes las requieren, el aumento en el gasto en el sector salud, los seguros de desempleo, apoyo a las empresas, entre muchos otros ítem asociados a la pandemia. Estos recursos por cierto deben ser asignados con responsabilidad y oportunidad.

Por último, posiblemente sea necesario insistir en que los programas de gobierno mal evaluados sean corregidos o, en algunos casos, finiquitados de manera de tener capacidad para reorientar los recursos. Para ello pareciera una buena idea insistir en implementar una institución que evalúe y analice las políticas públicas con autonomía de los gobiernos de turno. En esta línea, posiblemente habría que buscar una manera de contar con quienes ahora se desempeñan en Dipres, Ministerio de Desarrollo Social u otras entidades, de manera de no aumentar el gasto en empleados públicos en momentos que los recursos debieran ser asignados a otras prioridades. Sin embargo, esta relevante iniciativa debe estar al servicio de una reflexión más profunda respecto de la política en tiempos actuales.

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