La importancia del primer año de vida y del postnatal de emergencia
"Urge que seamos capaces de construir nuevas narrativas en las que integremos estas polaridades que nos colectivizan: nacer y morir".
Desde hace unos meses la muerte nos ha acechado, emergiendo en un cotidiano en el que no acostumbrábamos a hacerla presente. Y así, las intempestivas asociaciones a las que nos ha llevado el confinamiento por un virus imperceptible, nos reencuentran con el otro polo: el nacimiento.
Lo nuevo y lo viejo, lo que nace y lo que muere, dos polaridades presentes en esta aguda realidad que nos ha interpelado. La dignidad de cómo nacemos y morimos, es la orientación para comprender que todo esto se trata de humanidad, o de humanizar, pensando en que un verbo nos sostenga y nos entregue confianza en un futuro cada vez más incierto por la crisis socio-sanitaria.
Urge que seamos capaces de construir nuevas narrativas en las que integremos estas polaridades que nos colectivizan: nacer y morir. Por mi parte, y desde los colectivos en los que trabajo, hemos decidido estar aportando a la humanización de la forma de nacer, desde el cuidado de los primeros tiempos, desde la humanización de los inicios de la vida, y desde aquí me pregunto, ¿estamos cuidando esos primeros tiempos del ser humano?
Me inquieta dar respuestas cerradas y absolutas que sólo me llevarán a la indignación, elijo creer que, sí será posible hacernos cargo de manera ética, responsable y amorosa de los primeros tiempos de vida.
Deseo seguir insistiendo en que socialmente seremos capaces de construir conocimientos, discursos, leyes y políticas públicas que pongan al centro los cuidados de niñas y niños de Chile, comprendiendo que desde que nacemos somos sujetos de derechos, con un cuerpo y palabra que en el tránsito del desarrollo requerimos de los vínculos, y de ese primer otro significativo que nos deseó, recibió y sostuvo con confianza, autonomía y plena libertad en el ejercicio de sus derechos mientras cría.
Todas y todos, podemos rememorar relatos significativos de esos primeros años de nuestra infancia, que nos marcaron con huellas de placer y displacer.
Entonces, no da lo mismo cómo viven los bebés, no da lo mismo el entorno socio-político en el que se constituyen como sujetos, nuestra salud está determinada por las condiciones del contexto, por las presencias y ausencias, las palabras y los silencios, las voces, cuerpos y miradas de quienes nos cuidan, ¿qué será transmitido a los bebés nacidos en este momento de la historia que venimos viviendo desde octubre del 2019 en nuestro país?
Esos bebés son quienes están siendo sostenidos por madres con altos niveles de angustias asociadas a tener que regresar al mundo laboral, y que, a partir de las vivencias de la pandemia y el confinamiento, se suma el estrés, la incertidumbre y el miedo colectivo que tiene una amenaza real en el contagio del COVID, y en los índices de precariedad socioeconómica que se proyectan cotidianamente en medios de comunicación.
¿Cómo es que estamos impactando en el proceso de todas y todos los chilenos que su primer año de vida estará marcado por estas experiencias de inestabilidad, escasa predictibilidad y confusa disponibilidad de cuidados? Cómo profesionales de la Salud Mental Perinatal no podemos ser testigos pasivos de esta cruda realidad teniendo plena conciencia del pronóstico que tiene esta situación.
Mientras no exista un estado que proteja a las mujeres y bebés durante la gestación, nacimiento y primeros años de vida, mientras siga agudizándose la precariedad para las mujeres en el mundo laboral, mientras no se integre la perspectiva de género a las políticas de salud, mientras sigamos tomando decisiones desde un adultocentrismo ciego, lo único que nos quedará será acoger a esas mujeres, niños, niñas y sus familias para reparar los efectos que esto tenga en su salud emocional.
Es por todo esto que seguiremos insistiendo en que #ElPrimerAñodeVidaImporta.
Paulina Sánchez Aliaga Psicóloga Clínica Perinatal Red Chilena de Salud Mental Perinatal Directora de OVO Chile @paulisanchezaliaga