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Actualizado el 24 de Noviembre de 2020

Hambre para hoy y pan para mañana: un presente sombrío y un futuro incierto

Privarse de un mejor presente no representa necesariamente un mejor futuro, sin descartar que el futuro se construye a partir de las decisiones que tomamos en el presente.

Por Roberto Contreras
AFP
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Roberto Contreras es Economista UTEM

La cruda realidad del sistema de pensiones chileno demuestra la necesidad urgente de implementar un sistema de seguridad social, así la privatización del sistema de pensiones que hoy tiene repercusiones en los mercados financieros o de capitales generando un panorama mucho más complejo para una opción legítima, como puede ser la utilización de parte de los recursos ahí invertidos.

Es esperable que el proyecto contemple el hecho de que el retiro no se considere renta, dado que se podría ver afectado por la tasa impositiva. Ante esta realidad una medida inicial que puede servir para evitar el retiro de una parte de estos fondos es permitir el retiro del APV evitando el pago de impuestos por estos retiros.

Existe más de un millón cien mil cuentas de APV que se pueden tener bajo el régimen tributario A o bajo el régimen tributario B. Bajo régimen tributario A, el Estado bonifica cerca de un 15% del ahorro anual y bajo el régimen B no se paga el impuesto por esa renta.

Para el primer tipo, el Estado puede autorizar el retiro tanto del ahorro propio como de la bonificación, mientras que para el régimen B se puede evitar el pago de impuestos.

Esto al mismo tiempo puede ayudar a reactivar la economía, cuando entremos en la fase de apertura.

En el discurso hemos escuchado la desafortunada frase de que el retiro de fondos es pan para hoy y hambre para mañana, pero de qué futuro podemos hablar cuando las personas no tienen que comer hoy, de qué futuro podemos hablar cuando pueden perder su casa hoy, de qué futuro podemos hablar cuando ya no se tiene capital para sostener el negocios que le ha costado toda una vida construir o cuando se puede perder activos que le permiten obtener un sustento.

El futuro en sus decisiones es lo menos relevante, de hecho no hay futuro sin un presente, ese futuro es irrelevante, y eso es una opción racional. Esto mismo se observa a nivel empresarial, cuando las empresas enfrentan un panorama incierto, el presente se hace más importante que el futuro.

Es habitual observar mayores retiros de utilidades cuando hay incertidumbre, además el efectivo en momentos en que el valor de los activos puede caer se transforma en prioridad, incluso para generar buenas oportunidades de inversión y/o comprar o adquirir activos a un valor más bajo.

Hoy se está hablando de una posible segunda ola que retrase la recuperación y profundice las caídas de la producción y la actividad económica, cuyos mayores impactos se verán reflejados en aumentos importantes del desempleo y seguramente tendremos caídas en los fondos de inversión, por tanto, sacar una parte de esa inversión hoy podría evitar la pérdida que deberán asumir las personas ante esas posibles caídas.

Otros comentarios que he escuchado es que los fondos son heredables, eso no es totalmente cierto: es heredable bajo el régimen de retiro programado, no así bajo el régimen de renta vitalicia.

Por otra parte, el sistema ha crecido en torno a ofrecer más opciones que compiten con el retiro programado, por ejemplo, retiro programado por una cantidad de años y a partir de ahí renta vitalicia o una parte en retiro programado y una parte en renta vitalicia, sin una competencia real entre ambos sistemas.

Otra falacia es que un mayor ahorro presente se transforma en un mayor consumo futuro, eso por variadas razones podría no cumplirse, así que privarse de un mejor presente no representa necesariamente un mejor futuro, sin descartar que el futuro se construye a partir de las decisiones que tomamos en el presente.

El tema de fondo hoy es probablemente ideológico, entre mantener el actual sistema o definitivamente transitar hacia un modelo público que se oriente de manera diferente, el sistema de gestión de cartera tiene varias virtudes, pero al momento de jubilar los fondos deberían volver al Estado y evitar la participación tanto de las AFP como de las compañías de seguros, dado que la presión social sobre el problema de las bajas pensiones es hacia el Estado y no hacia estas empresas. Este nuevo sistema debería contemplar los aspectos positivos del actual sistema, pero con cambios sustanciales.

En el futuro tendremos tiempo para paliar las repercusiones negativas que esta decisión puede generar, como por ejemplo, aumentar las tasas de cotización o la edad de jubilación, incluso hay tiempo para modificar el sistema, hacerlo más competitivo y solidario, crear un verdadero sistema de protección social, en que el Estado tenga un rol más preponderante.

El mayor riesgo o problema es que esta solución se transforme en un evento repetitivo derrumbando cualquier sistema de pensiones que se intente implementar.

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