El rol de la producción académica en tiempo de coronavirus: la deuda del sistema científico con la ciudadanía
Especialmente en el contexto actual, la promoción de la investigación interdisciplinaria en Chile debe ser una tarea para las universidades, en línea con su propósito histórico en dar sentido a los fenómenos complejos.
Rocío Díaz y Julio Labraña* es Núcleo de Investigación-Acción en Interdisciplina y Transdisciplina para la Educación Superior.
Globalmente, el sistema universitario se encuentra aún bajo la primacía de un modelo de producción de conocimiento estructurado en base a las disciplinas científicas. Sin embargo, el modelo disciplinar, propio del sistema universitario antiguo que se creó a principios del siglo XIX y que tuvo su auge durante el siglo XX, es hoy insuficiente para dar respuesta a las problemáticas que vive actualmente la sociedad chilena, como puede verse en la respuesta ante el COVID-19.
En efecto, la complejidad de la pandemia COVID-19 revela que el sistema universitario chileno no ha sido capaz de dar respuestas a la pandemia. En este sentido, si bien se valoran esfuerzos como el trabajo de la mesa social, donde han participado con especial intensidad los rectores de la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica, instalando temas como la importancia de considerar una perspectiva social en la emergencia sanitaria, la respuesta de las casas de estudio ha sido en general más cercana a un formato de asesoría que de un protagonismo en el diseño de respuestas a la actual crisis.
Ciertamente, sería un error responsabilizar exclusivamente a las instituciones de educación superior de este fenómeno. En efecto, lo anterior se vincula a su vez con la institucionalidad pública de la investigación del país.
El Ministerio de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, por ejemplo, no ha tomado un rol preponderante ni ha convocado al mundo académico a la “primera línea” del debate político sobre el virus. Baste recordar en este respecto que hace cerca de un mes más de 100 académicos pidieron la renuncia de su ministro, el Dr. Andrés Couve, debido a los continuos cambios del sistema de contabilización de muertes asociadas al COVID-19.
A nuestro juicio, una de las principales razones de aquello se encuentra justamente en esta visión disciplinar de la producción de conocimiento en el país, que es parcelada y reducida en el abordaje de los distintos problemas de investigación.
Claramente este problema no es solo un síntoma del sistema universitario chileno. En general, la investigación se produce de manera disciplinar o asociada a cierto campo de producción científica.
De hecho, de acuerdo con los resultados preliminares de la investigación “Investigación e Interdisciplina: desafíos para las Universidades del Estado”, realizado entre otros por los autores de este texto en el marco del Núcleo de Investigación-Acción en Interdisciplina y Transdisciplina para la Educación Superior (NITES), los escasos desarrollos de investigación interdisciplinaria corresponden a esfuerzos de grupos específicos de investigadores que, motivados individualmente antes que por iniciativas organizacionales o de política pública, intentan responder a problemas complejos como el cambio climático, la pobreza u otros mediante un enfoque interdisciplinar. Esto da cuenta de una investigación que si bien especialmente necesaria en el contexto actual, se da a través de redes específicas más que a través de sistemas universitarios que promuevan una mirada compleja de la realidad social.
En lo que respecta al caso chileno, la investigación en curso da pistas sobre comunidades científicas cerradas y reducidas, que no generan colaboraciones con otras comunidades, excepto en campos muy específicos como STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas), medio ambiente y educación.
En este sentido, de nuevo, corrobora la existencia de pequeños núcleos de investigación que si bien superan los límites disciplinares, dependen excesivamente de la voluntad de sus integrantes ante la ausencia de marcos normativos que promuevan sistemáticamente estas colaboraciones, tanto a nivel de la política pública como de las organizaciones.
Especialmente en el contexto actual, la promoción de la investigación interdisciplinaria en Chile debe ser una tarea para las universidades, en línea con su propósito histórico en dar sentido a los fenómenos complejos, lo que hoy en día significa aquellos caracterizados por no poder ser abordados bajo una mirada acotada y parcelada de la realidad exclusivamente disciplinar.
La pandemia actual obliga a la comunidad científica a poner en la mesa sus saberes atendiendo a su relevancia para la sociedad, con el fin de explicar las inmensas consecuencias en distintos aspectos que han llevado estos meses de circulación del coronavirus y contribuir, además, al diseño de soluciones en este respecto.
El conocimiento científico debe, por tanto, ser producido desde una mirada más compleja, interdisciplinar, para que las universidades puedan nuevamente posicionarse como un actor relevante en la toma de decisiones de la política pública actual y, de este modo, conservar su posición cultural central en nuestras sociedades.
*Rocío Díaz, Centro de Investigación Avanzada en Educación, Universidad de Chile.
Julio Labraña, Centro de Políticas Comparadas de Educación, Universidad Diego Portales.