La postergada clase media en nuestro país
Millones personas quedaron en una situación en que “se tenían que rascar con sus propias uñas” y, por eso, han surgido iniciativas que podrían a futuro significar hipotecar su bienestar económico.
Camila Flores Oporto es Diputada de Renovación Nacional
En el contexto del estado de catástrofe por la pandemia a raíz del covid-19 el Estado tiene gran responsabilidad en haber permitido que se generaran las condiciones que propiciaron proyectos que han generado polémica, adhesión popular y reflejado los enormes problemas de nuestro sistema. En este escenario de buscar cómo ayudar a las personas que han perdido sus trabajos, que se encuentran con sus contratos suspendidos o han visto una caída de sus ingresos, la clase media como siempre ha sido la más postergada a la hora de acceder a la ayuda gubernamental, tanto en el pasado como hoy debido a la pandemia, provocando una deuda histórica con ese sector de la sociedad muy amplio y variopinto.
Millones personas quedaron en una situación en que “se tenían que rascar con sus propias uñas” y, por eso, han surgido iniciativas que podrían a futuro significar hipotecar su bienestar económico.
Necesitamos urgentemente acelerar la ayuda estatal a este emblemático segmento. Una fórmula es el bono de $400 mil y los créditos con tasa de interés cero. Sin embargo, sus beneficiarios acusan que hay tardanza en la entrega o derechamente no califican. Entonces, el foco también debe estar en eliminar las trabas, burocracia y requisitos que ralentizan la recepción a tiempo de estos beneficios. Por ejemplo, que exista una manera más expedita de justificar una caída en los ingresos durante los meses de pandemia. De igual forma, se podría ampliar la cantidad de personas beneficiarias (ejemplo: las personas que ganan entre $300 mil y menos de $500 mil) y colocando más fondos que los planificados originalmente. En esta línea, una medida de gran sentido común sería que el Estado considere también los gastos en la Ficha Social de Hogares ya que así es posible proyectar la solvencia económica en el tiempo.
Por otro lado, tenemos que fortalecer y facilitar el acceso al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y que sólo se necesite estar inscrito en el Registro Social de Hogares, eliminándose, de esta manera, el requisito del porcentaje de vulnerabilidad. Además, un mecanismo adecuado para hacer más expedito el proceso es mediante una declaración simple y virtual que acredite la baja de ingresos como suele hacerse en otro tipo de trámites y que en medio de la crisis sanitaria guardan mucha lógica si de evitar hacerlo de manera presencial se trata para evitar eventuales contagios.
No hay que olvidar que esta clase media muchas veces es sostenida por emprendedores y pymes que hoy la están pasando muy mal. Por eso, el fomento de iniciativas como las que hemos visto en Colombia donde el retail tiene exitosas jornadas sin IVA son muy oportunas. ¿Por qué no aplicarse en Chile? De ser técnicamente posible tenemos que propiciar todas las condiciones de salubridad y velar por los pequeños emprendimientos, que son los que más lo necesitan, utilizando algunos canales generados por el Gobierno para digitalizar a las pymes y los consumidores estén a un clic de sus compras.
En la industria del turismo se debe hacer lo mismo con el fin de favorecer, una vez superada la emergencia, a este sector que se ha visto muy perjudicado desde octubre pasado. Entregar fondos, ayudas económicas y capacitación (redes sociales y digitalización) para la oferta de buenos paquetes turísticos dentro del país durante las vacaciones 2021 deben sin duda estar en la agenda de reactivación económica.
Todas estas medidas tenían que haberse tomado al principio de la pandemia y no cuando estamos con el “agua hasta el cuello”. Pero más vale tarde que nunca, es momento de reaccionar y entregar de una vez por todas las ayudas que necesita la siempre olvidada clase media.