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Actualizado el 24 de Noviembre de 2020

Catástrofe generacional

Cada día que pasa debemos estar conscientes de los daños que se están generando por el cierre escolar y proponernos hacer todo lo posible para que se den las condiciones para que nuestros niños puedan regresar a sus escuelas.

Por Tania Villarroel
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Tania Villarroel es Investigadora senior de Acción Educar.

Esta semana la ONU publicó un reporte sobre política pública pidiendo la priorización de la reapertura de los colegios para evitar una “catástrofe generacional”. En efecto, actualmente, existen mil millones de niños, niñas y adolescentes en el mundo que se encuentran privados de la posibilidad de asistir a su escuela. Esta situación es escalofriante por los efectos adversos y duraderos que puede tener en toda una generación, pero sobre todo, por lo desapercibido que está pasando el profundo daño que está causando y lo difícil que ha sido conversar sobre el tema.

La evidencia sobre el riesgo de que niños y adolescentes se enfermen de Covid-19 o contagien a otros todavía no es concluyente, ya que diversos estudios han mostrado resultados contradictorios y, en consecuencia, todavía no se logra consenso sobre la materia. Sin embargo, sí hay un consenso sobre los daños que causa mantener las escuelas cerradas. Y de acuerdo a lo reportado por la ONU, el cierre del sistema educacional amenaza con borrar décadas de progreso en la lucha contra la desigualdad.

En efecto, el cierre de los colegios está incrementando la desigualdad de oportunidades en educación y el riesgo de deserción escolar para éste y varios años más. Investigadores canadienses estimaron que la brecha de habilidades por nivel socioeconómico podría aumentar en más de un 30% por la pandemia, lo que no es de extrañar si se considera que las familias de niveles socioeconómicos más bajos cuentan con menores recursos tecnológicos, condiciones físicas y capital cultural para que sus hijos puedan aprender desde el hogar.

Además, el cierre de los niveles de educación parvularia y básica ha implicado una mayor carga doméstica en los hogares, la que ha sido absorbida de manera desproporcionada por las mujeres, afectando sus posibilidades de estudiar o de mantenerse en el mercado laboral, además de la potencial carga psicológica que esto implica. La desproporción es tal que, en el mundo, el 93% de las personas en edad laboral que no trabaja porque debe realizar labores de cuidado no remunerado son mujeres.

Con todo, la ONU pide priorizar la reapertura de los colegios; pero la primera medida que propone para ello es controlar la pandemia. Esto implica que no se puede retornar a las clases presenciales sin que existan las condiciones sanitarias para ello, las que deben ser determinadas por especialistas de esta área. Pero también implica intentar abrir los colegios antes que otros establecimientos como bares, gimnasios o cines.

Así, cada día que pasa debemos estar conscientes de los daños que se están generando por el cierre escolar y proponernos hacer todo lo posible para que se den las condiciones para que nuestros niños puedan regresar a sus escuelas. Por lo tanto, dado el alto costo que tiene como sociedad mantener las escuelas sin operación, no podemos cerrarnos al diálogo. Es fundamental trabajar colaborativa y creativamente para abrir las escuelas de forma segura lo antes posible. Si llegamos a fin de año sin lograrlo el daño será enorme, no nos podemos rendir antes de tiempo.

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