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Actualizado el 24 de Noviembre de 2020

Plebiscito, coronavirus y obsesión constituyente

¿Cómo aseguramos que la votación del 25-O no signifique un foco de contagios masivos? ¿Cómo damos garantías para que adultos mayores y personas con enfermedades de base puedan sufragar con seguridad?

Por Tomás Bengolea L.
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Tomás Bengolea L. es Presidente de Fundación ChileSiempre.

Estamos a poco más de dos meses de la realización del plebiscito por una nueva constitución, según el itinerario fijado en el acuerdo político que pactó en la madrugada del 15 de noviembre, tras días de violencia desatada y al borde del colapso institucional. La nueva fecha se estableció porque primer hito eleccionario debió ser postergado por el coronavirus. El advenimiento de la pandemia con sus cientos de miles de contagiados, el lamentable fallecimiento de miles de compatriotas y las cuarentenas y medidas de confinamiento, con el impacto económico y social que ellas traen, ha modificado radicalmente el panorama político.

Chile ha sufrido más de cinco meses de coronavirus en Chile, y aunque llevamos más de 50 días de mejoría en las cifras, la pandemia sigue con nosotros, y no parece que vaya a irse al menos hasta que la vacuna llegue al país y pueda ser otorgada a una buena porción de la población. En este contexto, la realización del plebiscito naturalmente supone un desafío mayúsculo en relación al riesgo que supone no sólo el hito electoral del 25 de octubre, sino también todo el periodo de campañas que está pronto a comenzar. ¿Cómo aseguramos que la votación del 25-O no signifique un foco de contagios masivos? ¿Cómo damos garantías para que adultos mayores y personas con enfermedades de base puedan sufragar con seguridad? ¿Cómo facilitamos que la información electoral llegue a todos los rincones de Chile, con las diferencias que existen en materia de conectividad y acceso al internet?

Estas preguntas, muchas de ellas sin respuestas, dan cuenta de las dificultades prácticas que supone la realización de este plebiscito en medio de una pandemia mundial. Esto implica, además, un problema adicional: la posibilidad de que el plebiscito constituyente alcance un grado de participación mucho más baja que los procesos eleccionarios de los últimos años. A raíz de estos problemas, no sólo han surgido una serie de protocolos desde el Servel y el Gobierno para un “plebiscito seguro”, sino que además algunas propuestas de parlamentarios para determinar un piso de participación electoral que valide el resultado del proceso.

En esto hay que ser claros: que la realización del plebiscito esté sujeto a las condiciones sanitarias es lo razonable. Lamentablemente, buena parte de la izquierda ha sostenido que el plebiscito debe hacerse a toda costa, incluso aunque eso arriesgue la legitimidad de todo el proceso. Salta a la vista de cualquiera la inconsistencia que se produce cuando los mismos que excusan su intención de escribir una nueva constitución en la “poca legitimidad” de la actual, hacen vista gorda a la posibilidad de que la nueva constitución no cuente con la participación de una amplia mayoría de chilenos. Y es que la obsesión constituyente de la izquierda no se explica por la falta de legitimidad de la Constitución vigente (que contiene articulados cuyas reformas fueron aprobadas tanto por votación directa como por representantes populares), sino por la intención de plasmar en la nueva constitución “otro modelo” de sociedad, aunque dicho objetivo se oculte en esta etapa.

Quienes estamos por el Rechazo a la hoja en blanco, a la incertidumbre y la violencia debemos ser claros en desnudar las verdaderas intenciones de una izquierda que pretende terminar con la subsidiariedad y el resguardo fundamental al derecho de propiedad. Al mismo tiempo, somos conscientes de que el acuerdo constitucional de noviembre se debe cumplir y estamos dispuestos a participar del proceso. Lo que no podemos aceptar es que la izquierda, impulsada por la obsesión constituyente y con una excusa democrática, ponga en riesgo la salud de los chilenos. El proceso constituyente debe adaptarse a la realidad de la pandemia, protegiendo la vida de los chilenos y garantizando la posibilidad de que todos participemos sin riesgos.

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