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Actualizado el 24 de Noviembre de 2020

El desarrollo digital no puede estar por sobre sus consecuencias

Tenemos la enorme responsabilidad y oportunidad de definirnos e inclinarnos por el desarrollo armónico con el medio ambiente, velando por el impulso de la integración social y económica de nuestra nación, acorde con los desafíos de sostenibilidad.

FIbra optica
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Isidora Ramírez es Abogada, socia de Terrasur Abogados.

A fecha de hoy, en una era que parte de la comunidad científica denomina como “Antropoceno”, por la indudable y acelerada injerencia de la actividad humana sobre la Tierra, la realidad virtual se hace espacio en el escenario cotidiano de la vida. Esta virtualidad, coge aún mayor preponderancia en el contexto actual de pandemia, circunstancia mundial que ha robustecido el rol e importancia de las Tecnologías de la Información (TICs), como un elemento sine qua non para el tan anhelado desarrollo sostenible de las naciones del mundo.

Pero, el despliegue de estas tecnologías, no puede importar en su implementación un menoscabo a otros bienes jurídicos protegidos o protegibles, tales como el derecho a vivir en un ambiente libre de contaminación, el patrimonio paisajístico o el potencial turístico de un sector.

En este sentido, y partiendo de la base de que aproximadamente la mitad de la población mundial no utiliza internet, se hace imperativo avanzar en la creación de infraestructura resiliente, democratizando el acceso a las TICs y promoviendo el acceso universal y asequible a Internet con el objeto de acortar la brecha digital que aqueja a nuestro país. Pero una cosa es el qué (las TICs) y otra es el cómo (modalidad de ejecución).

A este respecto, en la implementación de las bondades de la conectividad digital, se hace indispensable que tanto el sector gubernamental como el corporativo de telecomunicaciones tenga por premisa básica de actuación, la consigna de que el desarrollo digital no puede estar por sobre sus consecuencias y que no todo lo que es posible en la práctica es necesariamente deseable. Hiroshima y Nagasaki son un buen ejemplo de ello. No porque el ser humano haya adquirido el know-how en materia de energía nuclear es que las armas de destrucción masiva son un deseable para la humanidad. En este sentido, la capacidad del ser humano de transformar la realidad que lo rodea y moldearla a su antojo debe ser utilizada con buen discernimiento y altruismo para con las futuras generaciones, orientada por la brújula de la equidad intergeneracional.

Es por ello que, teniendo presente que el Homo Sapiens de nuestro lustro evoluciona a pasos agigantados hacia su identificación con el neologismo que Yuval Noah Harari conceptualiza como “Homo Deus”, en el devenir del hombre de un simple animal a un verdadero dios artífice de su realidad, es que la humanidad ha de ser más sensata que nunca, en aras a no sucumbir como víctima de su propio desarrollo. Nuestro era clama prudencia, sobre todo ahora en tiempos de COVID, exigiendo un actuar reflexivo, para evitar producir perjuicios irreversibles y por lo demás, evitables.

En base a estos planteamientos resulta reveladora la proyección de más de 10.000 kms de fibra óptica que prevé el Ministerio de Telecomunicaciones, desglosado en iniciativas como el proyecto Fibra Óptica Nacional (FON) que vendrá a beneficiar 186 comunas de nuestro país. Otro proyecto que destaca es el de Fibra Óptica Austral, que conectará a las tres regiones del extremo sur del territorio mediante 4.500 kilómetros de troncales submarinas y terrestres de fibra, dotando de conectividad a uno de los sectores más remotos de Chile.

Pero lamentablemente, no todo son luces a la hora de referirse al desarrollo digital, pues no basta con hablar de desarrollo digital a secas, sino que ha de añadírsele el calificativo de “sostenible”. De lo contrario, arriesgamos el menoscabo de otros valores dignos de protección en pos de un desarrollo obtuso y avasallador.

En esta línea resulta tristemente revelador un proyecto de Paralelismo y Atraviesos de Fibra Óptica que pasa por la ruta Nochaco-Puerto Octay-Frutillar presentado por la empresa Telsur y aprobado por la Dirección de Viavilidad de la Región de Los Lagos, que se está llevando a cabo en casi su totalidad por medio de la postación aérea. Ello equivale a decir que este paraje, de indudable valor medioambiental, paisajístico y turístico se verá afectado negativamente por elementos tan irruptores del paisaje como lo son postes de 6 metros con su anexo cableado aéreo. Es decir, este proyecto en su modalidad actual de ejecución (no soterrada) ilustra el despliegue del potencial tecnológico sin considerar las repercusiones de corte ambiental que se derivan de la contaminación visual concomitante.

Ante esta situación, la firma Terrasur Abogados presentó un recurso de protección ambiental en representación de algunos de los vecinos afectados de la comuna de Puerto Octay y a nombre de la Corporación de Patrimonio y Paisaje, la Fundación Plades y la Corporación Ploc, en aras a evitar que dicho proyecto se ejecute si no es mediante el soterramiento, contando además con el apoyo de las Municipalidades de Puerto Octay y de Frutillar.

Se espera que este caso concreto permita sentar un precedente para futuros proyectos de fibra óptica que vayan a ser ejecutados en el territorio nacional, asentando una visión integral y sustentable del desarrollo que exhorte a realizar los esfuerzos necesarios para sostener una relación equitativa entre la conectividad digital y un medio ambiente sano. Los valores que plantea este binomio no tienen por qué ser antagónicos.

En esta “sociedad del cansancio”, en la que el hombre es devorado por su propio ego, siendo víctima y verdugo de su propio éxito, en la que el consumismo insensato y depredador ha alcanzado niveles sin precedentes, en la que la libertad es una condena de auotexplotación y las exigencias de la inmediatez ponen entre la espada y la pared al actuar reflexivo, el Coronavirus ha venido a ser una suerte de freno de mano al piloto automático de una Humanidad errante y vagabunda.

Vivimos un momento histórico crucial y decisivo, tanto para nosotros como para las futuras generaciones. Hemos de evitar actuar por ignorancia o lo que es peor, con indiferencia, ya que nos arriesgamos a causar daños inmensos e irreparables para nuestro entorno, el medio ambiente y, en definitiva, el planeta del cual depende nuestra vida y bienestar.

Tenemos la enorme responsabilidad y, a la vez, oportunidad de definirnos e inclinarnos por el desarrollo armónico con el medio ambiente, velando por el impulso de la integración social y económica de nuestra nación, acorde con los desafíos de sostenibilidad bajo el prisma de la equidad intergeneracional que ha de orientar nuestro proceder. Es hora de definir y afianzar el perfil de Chile como un Estado Democrático de Derecho líder en materia de desarrollo sostenible, situándolo como un referente en la arena internacional. Que estas líneas constituyan una invitación abierta a la reflexión sobre el país que queremos heredar a nuestros hijos.

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