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Actualizado el 6 de Enero de 2021

El año 2020 marcó el fin de una época

La crisis sanitaria provocada por el COVID-19 ha dejado de manifiesto que, si queremos sobrevivir a las amenazas del presente, debemos cambiar drásticamente los pilares culturales, políticos, económicos y sociales sobre los que está cimentada nuestra civilización.

Por Marcelo Trivelli
Foto Agencia Uno.
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Marcelo Trivelli

Marcelo Trivelli es Ex intendente de Santiago. Presidente de la Fundación Semilla

El año 2020 será recordado como un punto de inflexión en la historia de la humanidad. No es exagerado afirmar que el año que terminó marcó el fin de una época.

En el mundo globalizado, las amenazas son también globales. La crisis sanitaria provocada por el COVID-19 ha dejado de manifiesto que, si queremos sobrevivir a las amenazas del presente, debemos cambiar drásticamente los pilares culturales, políticos, económicos y sociales sobre los que está cimentada nuestra civilización. El año 2020 fue una ocasión extraordinaria para darnos cuenta que, el camino que estábamos transitando, nos llevó directamente al fin de una época.

Las democracias han sido incapaces de dar respuesta política a la pandemia. El populismo define la agenda pública de gobernantes en muchos países. Desprecian la cooperación al igual que a las instancias multilaterales, que tampoco han respondido adecuadamente al rol que los países le han asignado. El ámbito político parece responder más de prisa ante presiones de grupos de interés que ante la búsqueda honesta y profunda del bien común.

Han quedado a la vista las desigualdades económicas entre países y dentro de los mismos. Un modelo económico que concentra riqueza en unos pocos en vez de compartirla entre quienes la producen, que consume recursos naturales no renovables y contamina el medio ambiente como si este fuera infinito, y que el crecimiento se sostiene manteneniendo en alto la fiebre del consumo.

Una sociedad de masas que busca sobrevivir y alimentarse de consumos superfluos, que se estructura de forma segregada buscando la endogamia en vez de la diversidad y que, sin sentido crítico ni empoderamiento, es presa fácil de la narco cultura, de la violencia de género, del tráfico de personas, de los conflictos armados y de una proliferación de la delincuencia.

Pero no todo está perdido. La misma pandemia que ha dejado al descubierto y visibilizado lo anterior, tiene una cara positiva que serán los pilares de la nueva época.

Es la ciencia que ha vuelto a cobrar un rol preminente para recuperar el sitial que nunca debió perder al enfrentar a gobernantes soberbios y populistas. Es la economía de base que se ha organizado para proveer alimentación a sus comunidades y es la sociedad que ha abierto los ojos ante la injusticia y las desigualdades.

En el trabajo que realizamos en Fundación Semilla constatamos que las juventudes, aún cuando están invisibilizadas y estigmatizadas por los medios de comunicación tradicionales, buscan y acceden, de la mano de las nuevas tecnologías, a conocimiento y cultura. Y, sobre todo, están empoderados para enfrentar el presente y dispuestos a contribuir en la nueva época bajo nuevos paradigmas. A pesar de todo, la actual generación de jóvenes es la más capaz, más preparada, más globalizada, más diversa, más crítica y más numerosa que haya existido en la historia de la humanidad. Niñas y niños que vienen detrás de ellos serán aún mejores.

Es por todo lo anterior que el año 2020 es un punto de inflexión porque, dadas las circunstancias que se vivieron, marcó el fin de una época.

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