Partidos políticos: El baile de los Zombies
Antes de la reciente depuración obligatoria, los militantes de los partidos políticos representaban sólo un 5,87% del padrón electoral. A partir de la depuración, ni los zombies se quedaron como militantes.
Francisco Orrego es Abogado. Candidato a la Constituyente.
Al igual que en el famoso video de la canción “Thriller”, de Michael Jackson, los políticos deben estar haciendo contorsiones y bailando al ritmo de los zombies. En un hecho que ha pasado bastante inadvertido por los chilenos, el Servicio Electoral (Servel) les pegó una dramática podada a los militantes de los partidos políticos. Así, de un plumazo, eliminó a todos los militantes “zombies”. Esta depuración de los padrones de afiliados, dejó en evidencia el peso real de cada una de las colectividades. Cuáles bailarines del cuadrilátero, pasaron del peso “pluma” al peso “mini mosca” algunos y otros al peso “polilla”. O sea, la irrelevancia máxima, pero molestosos y buscadores de los focos como ninguno. Ni nuestros más destacados pugilistas, en sus peores momentos, habían caído tan bajo.
Lo anterior no constituye ninguna sorpresa. Antes de esta depuración obligatoria, los militantes de los partidos políticos representaban sólo un 5,87% del padrón electoral. A partir de la depuración, ni los zombies se quedaron como militantes. De hecho, cerca de 340.000 militantes zombies prefirieron arrancar de aquellas colectividades que controlan la política en Chile, porque ya no representan el sentir, anhelos ni esperanzas de los chilenos, dejando en evidencia la desafección a los partidos políticos.
Esto debería ser un poderoso llamado de atención para quienes siguen siendo parte del problema y no de la solución.
Por importantes que traten de serlo, los partidos políticos no pueden seguir teniendo el monopolio de la política, de las ideas y del debate público. Pero eso no es todo. Esos mismos partidos, con un paupérrimo 3,64% de la militancia política nacional, ejercen casi el 100% de la representación política en casi todos los ámbitos, es decir, el mandato de los destinos de la gran mayoría de los chilenos está radicado en manos de unos pocos privilegiados. ¡Y estos zombies quieren que los chilenos sigamos bailando a su ritmo! Tal y como lo hacía el equipo de baile de muertos vivientes del desaparecido Michael Jackson.
El distanciamiento de los ciudadanos con los políticos, los partidos y sus candidatos, sólo crece con los años, dejando al descubierto el nivel de descomposición de estas organizaciones. Sólo poco más de 540.000 chilenos siguen creyendo en ellos. Esta cifra es demoledora. Ya no se trata de un problema de escasa representatividad, sino que de digna supervivencia. Claro está que el régimen de partidos políticos se encuentra en un estado terminal, aún cuando sus dirigentes no lo asuman. Conozco a varios de ellos, y me consta su buena fe e inspiración, pero eso no es suficiente.
Desgraciadamente, el problema de representatividad excede a los partidos; la falta de representatividad tiene directa relación con la calidad de la política. Es cosa de ver la actuación del Congreso en el último año. Los principios y valores han quedado relegados a un segundo plano, sino tercero. Importa mucho más la popularidad que la consecuencia. Le llaman pragmatismo. Los políticos han caído al nivel de la farándula, al punto que prefieren asistir a matinales, que cumplir con sus deberes parlamentarios. Sólo vean quiénes han sido recientemente sancionados por las comisiones de ética del Congreso.
Pero la categoría de zombies no sólo es atribuible a los militantes de los partidos, sino que también a sus candidatos. Abundan los candidatos zombies. Algunos que pretenden escudarse en una supuesta calidad de independientes, no trepidaron en ampararse bajo el manto protector de un partido. Pero viendo su desprestigio, rápidamente intentan distanciarse de ellos. Es que hoy, ser militante de un partido, es lo más parecido a ser miembro de una secta. Y como todo cartel, que se resiste a perder cuotas de poder, los partidos políticos han dado muestras suficientes de que están dispuestos a cualquier cosa antes que a desaparecer. Poco les importa si sus dirigentes dan manotazos de ahogado. Lo importante es mantenerse a flote. Eso explica, en parte, la campaña del terror en contra de los independientes.
Si hace 34 años atrás se discutía sobre la nueva ley de partidos políticos (1987), sus requisitos de formación, militancia, financiamiento, etc., en la actualidad la discusión pareciera estar limitada a su desaparición y extinción. Como en todo ciclo vital, estamos en presencia del ocaso de los partidos, tal como los conocíamos hasta hoy. La responsabilidad no es de los ciudadanos, como ellos pretenden hacernos creer, sino que de sus dirigentes, que no supieron interpretar el sentir popular, prefiriendo defender sus privilegios y cuotas de poder. Para no ser menos, podríamos crear una nueva categoría de boxeo: el peso zombie, que vendría siendo como el peso muerto. Tendríamos a varios campeones mundiales en esa categoría.