Valentía para la transformación que el país necesita
Existe un profundo anhelo de una sociedad que sea más justa, pero también más fraterna. La justicia y la fraternidad son valores y experiencias que debemos volver más cotidianas. Por eso, necesitamos una transformación de modo urgente: hay que atreverse a confiar y dialogar. Se requiere valentía para la transformación que nuestro país necesita.
Catalina Littin y Arturo Celedón es Directora ejecutiva de Fundación para la Superación de la Pobreza y director ejecutivo Fundación Colunga, respectivamente
Durante el último año hemos enfrentado desafíos colectivos trascendentales: una crisis sanitaria mundial que cobra miles de vidas y nos deja una herencia de un país de dolorosos rezagos en educación, salud, ingreso, pobreza, entre otros aspectos significativos de la experiencia humana, pero también de retrocesos en materias que creíamos superadas o, al menos, que estaban caminando.
Hemos trabajado en conjunto con comunidades que enfrentan y luchan contra la pobreza y la injusta desigualdad que se vive en el país. Entendemos que la clave para construir y avanzar es la confianza, participación conjunta en la toma de decisiones y la colaboración. Esto requiere de forma fundamental de un diálogo profundo y sobre todo de empatía.
Nadie esperaba vivir lo que hemos vivido este tiempo, en donde la enfermedad y la muerte, el hambre, la soledad y la aguda inequidad que han venido asociados a la pandemia por COVID-19. Sin embargo, estas crisis pueden ser también oportunidades de transformación.
En un país que manifestó por amplia mayoría querer discutir y decidir en conjunto qué sociedad quiere construir, qué derechos debemos garantizar, qué futuro vamos a impulsar, hemos tenido la oportunidad de vivir una enorme experiencia de colaboración y transformación colectiva, allí es donde el modo de hacer es el mensaje.
Nuevamente las agrupaciones de la sociedad civil buscan construir un puente de articulación para llegar a cada persona que lo necesite. Vivir en situación de pobreza y vulnerabilidad ya era una situación compleja antes de la pandemia, sabemos que hoy se ha profundizado y que las comunidades tienen que ser parte del diálogo; de la historia de nuestro país.
Hemos visto muchos proyectos de soporte de emergencia que sabemos han ocurrido en miles de lugares de nuestro país, que han mostrado la vocación de hacer cosas por los y las otros y otras, de no confundirse en medio de una crisis de desconfianza que se arrastra por tanto tiempo y poner en el centro la solidaridad y la empatía. En ese sentido, enfrentamos desafíos gigantescos, no sólo tendremos que reorganizarnos en una nueva Constitución, también tendremos que recuperarnos social y económicamente y reconstruirnos en cuanto a las confianzas perdidas. Todos caminos que tomarán un tiempo importante y que sí o sí debemos recorrer colectivamente.
El modo es el mensaje, y el mensaje es que existe un profundo anhelo de una sociedad que sea más justa, pero también más fraterna. En nuestra sociedad, muchas veces polarizada y fragmentada, la justicia y la fraternidad son valores y experiencias que debemos volver más cotidianas. Por eso, necesitamos esa transformación de modo urgente: hay que atreverse a confiar y dialogar. Se requiere valentía para la transformación que nuestro país necesita.