Si nos equivocamos, no hay problema: total un error lo comete cualquiera
No es mi intención poner en duda la vocación de perdón que tiene consigo mismo el candidato Boric. Pero si sus políticas no resultaran, no importará, porque les bastará reconocer que obedecen a errores, y dirán, puedo anticiparlo, que todos los cometemos.
Christian Aste es Abogado
Cada vez que Boric debe hacerse cargo de algo que afirmó o dijo, y que resulta indiscutidamente desacertado, no duda en argumentar que eso que dijo o hizo obedeció a un error, y que por lo mismo, no corresponde que el resto se lo recuerde ni rebata, porque todos nos equivocamos.
No es mi intención poner en duda la vocación de perdón que tiene consigo mismo el candidato Boric. Tampoco cuestionarle el que pese a su posición de privilegio nunca se haya titulado, como tampoco que haya optado por vivir del Estado todo este tiempo, porque no me cabe duda que para titularse como licenciado; inteligencia le sobra, y que si no lo hizo, es simplemente porque ocupó su tiempo en formar el movimiento que lo reconoce como líder. Qué viva de la política y que no haya ejercido nunca en el sector privado y, por lo tanto, carezca de la empatía que se necesita para discutir políticas públicas, no es reprochable porque no es distinto a lo que han hecho Provoste o Lavín Junior, y tantos otros políticos. No es lo ideal, indudablemente, pero eso puede explicarse porque su compromiso con el precariado y los más vulnerables son y han sido determinantes. No es su culpa, además, que los parlamentarios ganen una fortuna.
El que haya enfrentado con su fuero a un simple policía que se limitaba a cumplir su labor en Plaza Baquedano, apoyado por la turba que saqueó o destruyó la propiedad pública y privada; que haya conseguido que la Armada le facilitara un buque para que con su familia concurriera a la isla Lennox a hacer un homenaje a un familiar; o que no haya respetado los accesos al Congreso, pasando por debajo de un torniquete, y que después diga que apoya a las Pymes saqueadas; que él se opone al gasto excesivo que implica honrar a las Fuerzas Armadas; y que quiere terminar con los privilegios, no resulta contradictorio para él.
En su lógica, la rabia de la gente no debe ser castigada. Tienen todo el derecho a expresarse, y si en esa pasada hacen daño o violentan la propiedad privada o pública, son detalles menores que no se condicen con los 30 años de abuso. Al revés, es el Presidente el que debe responder a los Tribunales si alguno de los que se manifiesta, aún violentamente, resulta lesionado por las fuerzas represoras, porque no corresponde que sean reprimidos. Ellos están ejerciendo su libertad. No así, los que protestan contra la inmigración ilegal, o que celebran el golpe de Estado, porque son fascistas. ¿Se entiende la diferencia? Bueno, si usted no, Boric sí.
Conseguir que la Armada le facilite un buque para movilizarse con su familia, responde a la buena disposición que la Armada debe tener siempre con sus compatriotas, especialmente si son tan insignes; y pasar por un torniquete, saltándose las normas de seguridad en el Congreso, no tiene nada de malo, ya que él es diputado y debía concurrir pronto a una comisión. En el supuesto que haya problema con eso, y se vea demasiado feo, basta decir me equivoqué, y agregar: “Un error lo comete cualquiera”.
Su posición de querer que con los fondos que algunos han ahorrado, el Estado pueda financiar las pensiones de todos, incluso los que nunca han trabajado, la explica del mismo modo que lo hace Yasna Provoste; con la solidaridad. Misma que utilizan ambos para justificar a las comunidades mapuches que reclaman violentamente la restitución de sus terrenos. No les importa, que eso implique quemar camiones, tractores, casas y un largo etcétera de quienes no son comuneros, pero sí propietarios no mapuches en la zona, porque la marginalidad histórica de las comunidades exige en su opinión, diálogo solidario y no la aplicación estricta de la ley penal, aunque los victimarios sean narcoterroristas. Se parecen en eso a Neville Chamberlain, que abogó siempre por el diálogo con los nazis.
Pero Boric y su gente van más allá, porque invocan también la solidaridad para otorgarle permisos a los ambulantes. Les importa poco que vendan sin cumplir ninguna obligación tributaria, y que quienes le proveen de esa mercadería, la hayan ingresado por pasos no autorizados – contrabando -. Lo relevante para ellos es que quienes están en la calle o son inmigrantes que han sido violentados en sus países, o compatriotas que necesitan subsistir. Distinto es el comercio establecido o el empresariado. Ellos deben pagar más y más impuestos. Lo mismo la minería. Ganan mucho – eso es lo que creen -. Son ricos y deben pagar por eso, y si se cansan de ser esquilmados, vendrán otros que los reemplazarán, y si al final no llega nadie, estará el Estado – que ellos, que son buenos, generosamente administrarán -, y lo harán en términos tales que las empresas serán rentables, explotarán los recursos naturales respetando el medio ambiente, y pagando siempre sueldos ejemplares. Como lo hace Televisión Nacional con sus rostros.
Cabe advertir que si estas políticas no resultan, no importará, porque les bastará reconocer que obedecen a errores, y dirán, puedo anticiparlo, que todos los cometemos.
Es cierto que todo esto no dejaría de ser una anécdota hasta divertida, sino fuera porque esas políticas comprometen lo que con esfuerzo hemos construido, y afectarán lamentablemente el futuro de nuestra descendencia, la que paradójicamente resulta cautivada por el discurso de quienes con un desparpajo que sorprende, nos recuerdan cada vez que pueden, que son humanos y que por lo mismo cometen errores. Lástima que nos arrastran con ellos. En todo caso, si usted como yo nada de esto logra entenderlo, no importa, porque Boric si logra hacerlo, y por eso él es candidato y va primero en las encuestas.