¡No es Dominga, estúpido!
Aquí el objetivo no es el Presidente Piñera, son las elecciones parlamentarias y presidencial. A través de las acciones judiciales y la acusación constitucional en contra del mandatario, se pretende instrumentalizar una campaña en contra de la centroderecha.
Francisco Orrego es Abogado
La revelación de las operaciones realizadas por la familia del Presidente Piñera en torno al proyecto minero Dominga ha agitado las aguas políticas. Las explicaciones sobre la oportunidad, contexto y modalidad de la transacción, poco importan a estas alturas. Dice un antiguo dicho “las explicaciones agravan la falta”. A pocos les interesa conocer la verdad, menos a quienes han impulsado una agresiva campaña política y judicial en contra del jefe de Estado. Aquí el objetivo no es el Presidente Piñera, son las elecciones parlamentarias y presidencial. A través de las acciones judiciales y la acusación constitucional en contra del mandatario, se pretende instrumentalizar una campaña en contra de la centroderecha.
Focalizarse en los detalles y modalidad de la operación, o desgastarse en su justificación o defensa, poco aportan a la discusión política que envuelve el caso. Estas denuncias sólo buscan debilitar al gobierno y al sector. Un golpe en el talón de Aquiles de la centroderecha: los conflictos entre la política y los negocios, cuya resolución siempre ha sido cuestionada por la centroizquierda. En el caso de Dominga, podemos ahogarnos en un mar de detalles jurídicos de poca importancia para la opinión pública, pues esta no es una discusión sobre la legalidad o ilegalidad de la operación. Esta discusión cae de lleno en la arena política. Aquí no se trata de defender a la familia Piñera, se trata de defender al sector. La centroderecha es más que Piñera y no entenderlo es fatal para el sector.
Las próximas elecciones son complejas para la centroderecha. El caso Pandora Papers llega en un mal momento para los candidatos del sector. Un regalo caído del cielo para la oposición, cuya campaña se centra en los negocios del presidente y no en los problemas que importan a los chilenos. Aprovechando el bajo respaldo ciudadano del gobierno, se piñeriza la contienda electoral. Los negocios del presidente inmovilizan a la centroderecha. Como en el ajedrez -y para evitar el jaque mate-, la centroderecha debe salir al contraataque. Los embates políticos se responden con estrategias y acciones políticas, pero hoy el sector está arrinconado, acomplejado, avergonzado, alertagado. Cómo un boxeador en el último round, que duda si tirar la toalla.
De no haber reacción, la centroderecha arriesga un fracaso electoral de proporciones en noviembre. A un mal resultado presidencial, se sumaría una débil escuadra parlamentaria, donde el sector esté escasamente representado. Tampoco cuesta imaginar un próximo Congreso peor al actual, replicando todas las malas prácticas de la Convención Constitucional. Peor aún. Un sistema político dominado por la centroizquierda, donde la centroderecha tenga un rol casi decorativo, como en el actual Congreso y Convención. Un escenario donde la centroderecha desaparezca del mapa no parece del todo imposible.
¿Cómo evitarlo? No pisando el palito. Lo primero es entender que la arremetida de la centroizquierda por el caso Dominga no es en contra de Piñera, es en contra del sector. ¡No es Dominga, estúpido! Lo segundo es que la centroderecha salga al ataque y no se limite a defender la operación. Sería bailar al ritmo de la centroizquierda. Y por último, lo más importante: apoyar en las próximas elecciones a los candidatos del sector, votando por aquellos que mejor representen los valores y principios de la centroderecha. Si no quiere que nuestro país termine naufragando como el proyecto Dominga, mejor será que movilice a todos los chilenos que pueda para que concurran a votar en las próximas elecciones. Después no podrá culpar a Dominga ni a nadie por los malos resultados.