Recrear el aprendizaje en 2022: desafíos para otro año en pandemia
Los desafíos de la educación no solo deben ir en respuesta a las emergencias que enfrentamos y a combatir las desigualdades que arrastramos desde hace años. También deben ser las primeras piedras para construir una educación para el siglo XXI, la educación del Chile que soñamos: una educación que empodere a todos los actores educativos para la toma de decisiones; y que sea inclusiva.
Alejandra Arratia y Magdalena Valdés es Directora Ejecutiva de Educación 2020 y directora Ejecutiva de América Solidaria Chile
Ya casi finalizando el segundo año de la crisis sanitaria más grande de las últimas décadas y ad portas de una de las elecciones más determinantes desde la vuelta a la democracia en Chile, es necesario reflexionar acerca de los aprendizajes obtenidos durante la pandemia en el ámbito educativo y proyectar los desafíos para el año escolar que viene.
Diversas han sido las ideas e iniciativas planteadas desde diferentes sectores sobre el desafío educativo para Chile, pero la pregunta que surge es cómo el futuro gobierno podrá hacerse cargo de revertir las brechas de aprendizaje y las consecuencias negativas que dejó la pandemia en el sistema educativo, a la vez que de incorporar los aprendizajes que emergen del trabajo de las escuelas y sus comunidades durante este período.
Sabemos que la pandemia lo transformó todo: nos obligó a cerrar las escuelas, separarnos físicamente unos de otros, y por sobre todo profundizó las brechas que ya existían en nuestro sistema educativo. A pesar de que el 2022 se iniciará con un retorno presencial obligatorio para las escuelas y estudiantes, no existe certeza sobre el devenir de la situación sanitaria, por lo que estas diferencias podrían seguir siendo un obstáculo para el aprendizaje de niños, niñas y adolescentes.
Recreando el Aprendizaje en Pandemia, iniciativa liderada por Fundación América Solidaria Chile y Fundación Educación 2020, con el apoyo de UNICEF Chile, focalizó su trabajo este segundo año en relevar y concientizar sobre las realidades que han enfrentado las comunidades educativas estos dos años y generó espacios de discusión con diversos actores del mundo de la educación como docentes, directores, investigadores, miembros de la sociedad civil, y estudiantes de diferentes edades. Esto, para el intercambio de experiencias y generar propuestas y recomendaciones con miras a co-construir la educación que soñamos para el Chile del futuro.
Uno de los aprendizajes levantados en los espacios de trabajo apunta a que durante los próximos años exista una necesidad de reconstruir las confianzas entre los diversos actores de las comunidades educativas, generando espacios de trabajo entre actores, manteniendo una comunicación fluida y entregando mensajes que sean convocantes y que no dividan, que empaticen y acojan, sin descalificar y juzgar las diversas visiones frente a un desafío complejo como el que enfrentamos.
Al igual que el año 2021, uno de los desafíos que se repite para el 2022 es la necesidad de contar con diagnósticos actualizados y construidos junto a los territorios sobre las capacidades con las que cuentan los establecimientos y sostenedores para enfrentar el retorno presencial. Conocer las condiciones en que se encuentran los establecimientos educacionales, si son capaces de asegurar los protocolos sanitarios e identificar las prioridades en materia de rezago escolar y exclusión de las y los estudiantes de todo el país es clave para saber en qué área se deben invertir los esfuerzos y los recursos. Para esto, conocer con certeza y de voz propia de las comunidades qué es lo que necesitan, permitirá elaborar planes diferenciados de trabajo de acuerdo a las necesidades específicas de cada zona y a la vez establecer condiciones mínimas a nivel nacional para el funcionamiento de las propias escuelas.
Una de las propuestas que surgen del trabajo con los territorios es incorporar al sistema de monitoreo que existe actualmente sobre COVID en establecimientos una sección que permita hacer seguimiento de los diagnósticos antes mencionados, con foco en el seguimiento a la efectividad de las acciones y de las estrategias que implementen las escuelas para la recuperación de aprendizajes y el apoyo socioemocional de la comunidad educativa. Esto, entendiendo que Chile es un país de múltiples realidades y necesidades, y que una política unitaria desde un organismo central no podrá ser efectiva en todas las escuelas del territorio, pero que las buenas prácticas de algunas pueden ser bien aprovechadas por otras.
Como dijimos, el 2022 estará marcado por el inicio de un nuevo gobierno y las prioridades que pondrá en un nuevo año escolar bajo pandemia. Al respecto, los actuales candidatos presidenciales y sus equipos enfatizan en algunos puntos: revalorizar la escuela como espacio de socialización, potenciar el aprendizaje integral y el desarrollo socioemocional, planes de recuperación de aprendizajes y nivelación de habilidades, garantizar conectividad universal, mantener priorización curricular, aumentar la atención de salud mental para las comunidades educativas, y profundizar el uso de las tecnologías en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Pero los desafíos de la educación no solo deben ir en respuesta a las emergencias que enfrentamos y a combatir las desigualdades que arrastramos desde hace años. También deben ser las primeras piedras para construir una educación para el siglo XXI, la educación del Chile que soñamos: una educación que empodere a todos los actores educativos para la toma de decisiones; que sea inclusiva, considerando las particularidades del sujeto que aprende; resiliente y democrática, en la búsqueda constante de soluciones ligadas a su contexto; y activa e integral, generando una comunidad de aprendizaje indagadora, para educar, actuar y decidir considerando el bienestar y desarrollo de todas las personas involucradas. La educación es uno de los pilares fundamentales de cualquier país, y lo que hagamos hoy, tendrá repercusiones profundas para los próximos años.