¿Quién es esa Norma tan popular?
En la famosa norma popular tan ansiada, cada ciudadano puede ingresar 7 propuestas de norma y firmar por otras 7 –supongo que pueden ser las que él mismo postuló; nadie dice que haya que ser generoso con las ideas del prójimo–. De lo que se trata es de ampliar el asambleísmo a lo digital y sumar más y más demandas populares a la soñada nueva Constitución.
Ximena Torres Cautivo es Periodista y escritora
La primera iniciativa popular de norma constitucional registrada que juntó las 15 mil firmas en la plataforma digital de participación abierta habilitada por la Convención Constituyente, fue la del derecho al aborto. Con el hashtag #SeráLey busca resolver la falta de garantías para la interrupción voluntaria del embarazo.
Eso pasó la semana pasada. Antes iba punteando la de libertad religiosa, patrocinada por 13 agrupaciones, que incluyen desde la Iglesia Católica hasta la comunidad musulmana y corporaciones de pueblos originarios. Hoy, cuando escribo estas letras hay inscritas 494 iniciativas populares de norma constitucional, bajo siete grandes temáticas: sistema político y electoral, gobierno, poder Legislativo; sobre principios constitucionales, democracia, nacionalidad y ciudadanía; forma de Estado, ordenamiento, autonomía, descentralización, equidad, justicia territorial, gobiernos locales y organización fiscal; derechos fundamentales; medio ambiente, derechos de la naturaleza, bienes naturales comunes y modelo económico; sistema de justicia, órganos autónomos de control y reforma constitucional; y sistemas de conocimientos, culturas, ciencia, tecnología, artes y patrimonio.
Las temáticas que acumulan más propuestas son derechos fundamentales (192) y la que tiene que ver con sistema político y democracia (107). Las 15 mil firmas que debe reunir cada una permiten que la iniciativa sea discutida en la Convención; no significa que de inmediato la propuesta vaya a convertirse en palabra escrita y aprobada. En la famosa norma popular tan ansiada, cada ciudadano puede ingresar 7 propuestas de norma –número evidentemente cabalístico– y firmar por otras 7 –supongo que pueden ser las que él mismo postuló; nadie dice que haya que ser generoso con las ideas del prójimo–. De lo que se trata es de ampliar el asambleísmo a lo digital y sumar más y más demandas populares a la soñada nueva Constitución en la que hay cifradas tantas esperanzas. Más y más ideas para hacer de Chile un mejor país.
Los escépticos dirán que se trata de una lista de supermercado o de una carta al Viejito Pascuero que frivoliza lo que debería ser un trabajo serio entre juristas y constitucionalistas. Entre gente que entiende de normas constitucionales. Que las wish lists sirven para jugar al amigo secreto y no para redactar una nueva carta magna. O que el nivel de especificidad de los deseos volvería eterno cualquier texto. O algo que señala en su último libro el rector Carlos Peña: que el bien común que perseguían antaño los ciudadanos era eso, aquello que les importaba y afectaba a todos, no esta “nueva política de la identidad”, donde cada uno esgrime y defiende y busca imponer su pequeña causa, trátese de “el derecho al paisaje”, el que “los animales sean considerados como “individuos dotados de sensibilidad” o “seres sintientes” y tengan su propio ministerio o subsecretaria, o que se eliminen los partidos políticos de los gobiernos.
Esta política del pide lo que quieras, donde en vez de exigir derechos ciudadanos, cualquiera pide lo que se le frunce, no sé si resulte en una mejor Constitución. O sea sólo eso; la expresión de los deseos de los chilenos con destrezas digitales para postular su idea y soñar con ser dueño de su propia norma.