Un país dentro del país
Ahora encapuchados armados tomaron el acceso a Capitán Pastene, cerrando el acceso a un triángulo que, si nos fijamos en el mapa de Chile, equivale a una demarcación y región inmensa, dominada por la Cordillera de Nahuelbuta, excelente territorio para un ejército subversivo y/o un país dentro del país.
La situación en la zona conflictiva es cada vez más alarmante. Ya se produjo el tercer hecho que en un país democrático, con instituciones y Gobierno elegidos libremente y, antes que nada, de un Presidente y Ejecutivo de izquierda, nunca se imaginó que pueda pasar.
Primero, la ministra de Interior que fue – ingenua y precipitadamente – a visitar el corazón de la subversión en Temucuicui, fue rechazada a tiros limpios. Segundo, a su subsecretario, que creyó que su visita a Cañete estaba preparada, lo recibieron en la misma forma, cerrándole encima la ruta de acceso. Tercero, ahora encapuchados armados tomaron el acceso a Capitán Pastene, cerrando el acceso a un triángulo que, si nos fijamos en el mapa de Chile, equivale a una demarcación y región inmensa, dominada por la Cordillera de Nahuelbuta, excelente territorio para un ejército subversivo y/o un país dentro del país.
El gobierno de Piñera, por razones que se desconocen públicamente, no fue capaz de combatir la situación que oficialmente denominó terrorismo, iniciando innumerables querellas por todo lo que pasaba precisamente en esta zona, tolerando incendios, destrucción, asesinatos y droga. Carabineros y PDI no tenían -y no tienen- ni la preparación, ni el personal para combatir esta insurrección y la presencia forzada del ejército era -y es- solamente simbólico. Jamás se organizó una verdadera limpieza en el reducto de la CAM que fue la semilla de lo que hoy se trata en este escrito. Los dos intentos de acercarse, terminaron con agentes de ley asesinados a tiros.
Invito al lector a que entre a Google Earth, marque en el mapa los tres lugares arriba citados y vea de qué “triángulo” estoy hablando. Los que hábil e impunemente organizan la cosa, se están adelantando a lo que en el circo de la Convención Constituyente están votando, para que así cuando la nueva Carta Magna llegue a regir – siempre que se apruebe – ya estará uno de los tantos países chicos establecido, hasta quizás marcando sus fronteras.
El Gobierno de Gabriel Boric no tiene ni la voluntad, ni la capacidad de hacer algo para recuperar un trozo del país que hoy, por lo visto, está dominado por una organización narcoterrorista, que dispone de un ejército propio muy bien pertrechado, que no le teme a ninguna autoridad, que se está expandiendo cada vez más y sencillamente echa, no a patadas sino a tiros, a cualquiera que intenta entrar a sus dominios.
Y esto es solo el comienzo. Boric, por un lado, no tiene contacto ni con las fuerzas de orden y armadas ni con los terroristas. Porque los que siembran el terror son sencillamente eso: terroristas. Más encima, se rodeó de ministros y subsecretarios cuya mayoría aplaude lo que está ocurriendo. Hablan de diálogo… ¿Diálogo con quién? ¿Con una CAM que desde antes de las elecciones advirtió que no se someterá a ninguna autoridad, sea cual fuese su ideología política? El país dentro del país está decidido y planificado cuidadosamente hace años, y al parecer nadie tiene la autoridad, el coraje o, simplemente, la voluntad de impedirlo.
Y así está naciendo en el centro de Chile una nueva nación que, cuán cáncer de hígado o vientre, contaminará más temprano que tarde con su metástasis al resto del país, con la insuperable ayuda de la Convención Constituyente y muchas personas que hoy son autoridad, que ostentan el poder. Y nuestro nuevo Presidente está totalmente ausente. Después de tres semanas en el sillón, no se le conoce ningún plan, proyecto, intención, ni siquiera opinión de lo que está pasando. ¿Está de vacaciones, de luna de miel? Lo cierto es que está ausente.
Cualquier gobierno, democrático o autocrático, sencillamente echará mano a sus fuerzas de orden o armadas si dentro de su país apareciera un pueblo, o zona o territorio, donde no dejan entrar siquiera a la autoridad y sencillamente reciben a tiros limpios a cualquiera que se acerque. El Presidente tiene la obligación constitucional por ley de defender el territorio de la República, tanto contra enemigos externos como internos. Lo que hoy ocurre dentro -y también fuera- del “triángulo” que acabo de señalar, es solo comparable a las tácticas de las FARC, del Sendero y otras organizaciones del mismo tipo. Y todos ellos, sin excepción alguna, incluyendo la nacional, son financiados por el crimen organizado, por el narco.
Boric debe gobernar para todas y todos los habitantes de este país. Y no cabe ninguna duda de que la inmensa mayoría de ellas/os condena rotundamente lo que está ocurriendo, a lo que me estoy refiriendo. Entonces, es su obligación cumplir lo que juramentó o comprometió al calzarse la banda presidencial: defender la paz, la tranquilidad, la vida y el bienestar, la Nación. Si no lo hace, será el principal responsable por lo que ocurrirá: la destrucción de Chile, la desintegración del país, el reinado del narco, el terror y otras innumerables consecuencias funestas.