SuperMusk
Musk, en su rol de SuperMusk, manifiesta ser un agente que cuida la libertad de expresión y con eso fortalecer su posición de campeón de la democracia liberal. Pero, ¿acaso debe ser un empresario el que cuide la libertad de expresión?
Superman y también Batman, entre los superhéroes más famosos, son una mezcla de confianza y de temor, emociones que generan más allá de ser los salvadores imaginarios de la humanidad frente a los peligros más aterradores. Aunque la necesidad de contar con un salvador resulta esperanzadora, detrás de la ficción hay un espacio que los creadores de las leyendas del comic han tenido en cuenta para mantenerlos también como antihéroes reales.
Es que el poder (sobrenatural) que detentan y ostentan estos sobrehumanos, no solo es una amenaza para sus archienemigos, sino que tal vez hasta para una sociedad que debe someterse a la duda de contradecir su voluntad.
El caso de Superman es bastante especial considerando que se trata de un alienígena, su historia es bastante más fantástica que la del murciélago vigilante de Ciudad Gótica. Aunque el hombre de acero es el gran protector, siempre que los conflictos se resuelvan de acuerdo con su manera, generalmente violenta. Pero para contrarrestarlo, por las dudas, está la Kriptonita.
Bruce Wayne en cambio, es un humano hipermillonario que tiene la posibilidad de transformarse él solo en un ejército en sí mismo. Tiene la tecnología que ningún otro tiene, tal vez para defender a la ciudad del desquiciado Guasón, su contraparte en la oscuridad.
Toda esta introducción sirve para presentar a un potencial superhombre, que aún no sabemos si será héroe o tal vez villano: Elon Musk. O SuperMusk..
Admirado por sus más de doscientos billones de dólares, por ser el dueño de Tesla y con la vocación de habitar Marte, es el billonario favorito de una generación que lo supone un empresario “progresista” que juega con naves espaciales, que cuida al planeta creando conceptos amigables con el medio ambiente, entre otras proezas. Casi, un comic.
Pero la admiración también se torna dudosa cuando el billonario Elon comienza a acumular no solo riqueza, sino el poder que de esa riqueza proviene, generando anticuerpos en aquellos que entienden ciertos riesgos de vivir en una matrix gobernada por este nuevo superhumano.
Musk, en su rol de SuperMusk, manifiesta ser un agente que cuida la libertad de expresión y con eso fortalecer su posición de campeón de la democracia liberal.
La compra de Twitter, justificada en su voluntad de asegurar los beneficios de la libertad para todos y sin restricciones de ningún tipo, aún para aquellos que dudosamente la practican (Trump, por dar un ejemplo), representa una muestra para mantenerse alerta, y por qué no, desconfiar de tanta generosidad.
¿Acaso debe ser un empresario el que cuide la libertad de expresión? ¿Acaso no son los mismos empresarios que se adueñan de medios para satisfacer sus propios intereses? Un supermillonario que vuela al espacio, que controla tecnología y que además administra una red social y política, es posible que se transforme en Batman, o en el Guasón. Porque ambos, a su manera, hablan de libertad y usan la violencia como venganza. ¿Cuál será la definición de libertad de Musk?
Es posible que los libertarios lo apoyen, asumiendo que un empresario poderoso pueda ocuparse de un medio de comunicación público, en el que puedan expresarse conflictos, odios étnicos, políticos y sociales. Una guerra dialéctica en potencia. Es posible que los socialdemócratas y liberales democráticos lo perciban como un concentrador de poder riesgoso generando una grieta sin control, siendo él quien tenga el poder de equilibrar el caos con el orden.
Para estar seguros de lo que ha conseguido Musk al comprar Twitter, debemos entender que nos sugiere la palabra libertad. Por las dudas, preparemos algún antídoto. Y ese antídoto es la responsabilidad que debemos esperar de quienes no usen la red para maniatar o para conducir al rebaño que la constituye.
Esperemos los acontecimientos y que el nuevo superhéroe muestre sus virtudes, pero seamos precavidos y responsables para que una red en la que se debaten cuestiones que afectan la vida en sociedad, no se transforme en un campo de batalla sangriento pero “libre”. ¿Dónde está la libertad? Veremos.