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26 de Mayo de 2022

Patrimonio chileno para la integración social

El Chile post estallido y post pandemia necesita más que nunca conectarse con la cultura como herramienta de desarrollo humano, bienestar, e integración social, unión, innovación y creación de valor.

El valor del patrimonio cultural no radica solo en su materialidad, sino que en aquello que por convención social representa. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Hace algunos días vimos en las noticias un nuevo robo en el Cementerio General. Desapareció uno de los ángeles del monumento conmemorativo a las casi 200 mujeres que murieron en el incendio de la iglesia de la Compañía de 1863, creado por el escultor francés Albert Carrier Belleuse. En enero pasado habían sido sustraídas las placas de bronce de esta tumba. Además, distintas esculturas y edificios de gran valor arquitectónico ubicados en distintos puntos de Santiago siguen enfrentándose al deterioro progresivo producto del daño ocasionado por terceros o bien por la falta de mantención. Hechos de este tipo inquietan, porque afectan directamente al patrimonio de nuestro país, al legado cultural que recibimos de generaciones pasadas y que forma parte de nuestra identidad. Si no lo cuidamos, perdemos mucho más que las obras en sí, perdemos un valor esencial para la comunidad, perdemos la posibilidad de pertenecer y generar lazos emocionales con aquello que vemos y nos rodea.

Según los resultados de la encuesta Bicentenario UC realizada en 2021, en el ítem identidad nacional, el orgullo por la historia del país disminuyó notoriamente a un 51%, mientras en el año 2015 alcanzaba el 71%. Ante la pregunta “¿Cuánto apego o identificación tiene usted con esas cosas que son típicamente chilenas?”, las cifras van a la baja en lo referente a la canción nacional (87% en 2017 versus 60% en 2021) o la bandera chilena (82% versus 66% en el mismo período). Solo tradiciones como las Fiestas Patrias y la Cueca conservan aún su valor, con un 64% y 65% de identificación respectivamente, tradiciones que logran vincularnos e identificarnos, constituyendo de las más eficaces herramientas de unidad e integración social.

Si no valoramos nuestra herencia cultural, construida desde la existencia de los pueblos originarios, hasta el sincretismo cultural propio de Latinoamérica; difícilmente vamos a cuidarla como se requiere. Creo que, lamentablemente no hemos sabido educar y educarnos, para luego capitalizar este patrimonio de manera integral. Se ha hecho una fuerte y valiosa campaña a nivel nacional e internacional centrada en los atributos naturales y geográficos, pero no hemos logrado ese nivel de conexión con la riqueza cultural y arquitectónica de nuestras ciudades, tradiciones y oficios. 

Por eso, creo que es momento de impulsar iniciativas que nos permitan identificar y dimensionar nuestro patrimonio. Es urgente hacer más por destacar los valores locales, las tradiciones, la historia, la artesanía, los oficios y el patrimonio intangible. El interés por parte de las personas existe, basta ver la cantidad de público que en los últimos días asistió a diversas actividades relacionadas con la celebración del Día del Libro y la fiesta de Cuasimodo. Ad portas de una nueva conmemoración del Día del Patrimonio en mayo, ésta puede ser una buena oportunidad para reenfocar y dar un impulso al conocimiento y promoción de la identidad cultural chilena, tal como exitosamente se ha hecho con el patrimonio natural.

Recordemos que el concepto patrimonio hace referencia a un tipo de riqueza en la cual se basa el bienestar de quienes la poseen y que permite asegurar en el tiempo dichas condiciones y, a la vez, incrementarlas. El valor del patrimonio cultural no radica solo en su materialidad, sino que en aquello que por convención social representa. Así, el patrimonio encuentra su valor en la historia en que determinados lugares, objetos o prácticas han sido actores y que son capaces de representarla con quienes interactúan. Esa historia es la que permite entender el origen del presente y, al mismo tiempo, plantearse frente a la discusión del futuro, un tema no menor en estos momentos.

Cuando las personas logramos sentirnos orgullosas del lugar donde vivimos y de las tradiciones que poseemos, eso es algo que nos dignifica y genera un círculo virtuoso de interés, de valores compartidos, de conexión, protección de los espacios, tradiciones y unión. El Chile post estallido y post pandemia necesita más que nunca conectarse con la cultura como herramienta de desarrollo humano, bienestar, e integración social, unión, innovación y creación de valor.

 

 

Alejandra Valdés, 

directora Ejecutiva de la Corporación Cultural de Lo Barnechea

 

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