21 de junio: la noche más larga
Con el frío, la humedad y la lluvia del invierno que se inicia, las autoridades ponen el acento en soluciones de emergencia que no resuelven la cruda realidad de las personas en calle. Y el temor de los que trabajan los 365 días del año en esto, es que Vivienda Primero pueda quedar en jaque si el Gobierno no otorga los subsidios requeridos.
Hoy a las 5 de la madrugada se produjo el solsticio de invierno, que marca la noche más larga del año y que, a veces, es también la más fría. Esa que mata a los que no tienen dónde cobijarse.
Desde que los atorrantes de antaño pasaron a convertirse en “personas en situación de calle”, para otorgarle cierta dignidad a su obscena pobreza y vulnerabilidad, ese gesto lingüístico políticamente correcto no los ha ayudado demasiado. Es cierto que hace dos décadas atrás morían muchos más que ahora. Paulo Egenau, director social del Hogar de Cristo, dice que eran centenares cada año. Hoy, la cifra anual anda alrededor de los 30, pero nadie lleva un cómputo formal.
La semana pasada la fundación Gente de la Calle inauguró el Mausoleo Memorial Dignidad en el Cementerio General para dar sepultura a 372 personas que murieron como NN en la vía pública. Un proyecto que propone una solución definitiva para evitar que los que fallecen en el anonimato de las calles no acaben en una fosa común.
Pero, ¿qué hay más definitivo que la muerte? Aunque entendemos lo simbólico de la iniciativa, ¿no sería mejor buscar soluciones integrales, inclusivas y útiles cuando las personas están vivas?
Houssing First –Vivienda Primero o Vivienda con Apoyo, como se le llama en Chile–, el revolucionario programa creado por el estadounidense San Stemberis, ya ha logrado ubicar a unas 500 personas en casas o departamentos en distintas regiones del país, sacándolas de las calles, con positivos resultados de integración laboral y social, de salud física y mental, incluido el problema del consumo de alcohol y otras drogas, y de revinculación con sus familias.
El caso de los 70 mil veteranos de guerra sin hogar que había en Estados Unidos es un buen ejemplo de que el programa Houssing First funciona. Y hay muchos otros en el mundo, incluido el de ese medio millar que afortunadamente hoy no engrosa ese ejército cada vez más visible de casi 20 mil personas en situación de calle que hay en Chile. Y, ojo, que esta cifra no incluye a los migrantes que, incluso con niños pequeños, hoy pernoctan en carpas en plazas y parques del país.
Con el frío, la humedad y la lluvia del invierno que se inicia, las autoridades ponen el acento en soluciones de emergencia que no resuelven la cruda realidad de las personas en calle. Y el temor de los que trabajan los 365 días del año en esto, es que Vivienda Primero pueda quedar en jaque si el Gobierno no otorga los subsidios requeridos para financiarlo. La mayoría de sus beneficiarios son adultos mayores, con largos historiales de calle, y sería dramático que, por falta de presupuesto, tengan que volver a la calle. Con la pensión garantizada no les alcanza para vivir, menos para pagar un arriendo.
Otras alternativas también cojean: en 2021, los cupos de camas permanentes era tres mil y las transitorias otras tres mil. O sea, si creemos en la cifra de 20 mil personas en la calle, habría 14 mil que se quedan sin cama cuando llueve, truena y el termómetro marca menos de cero grados.
Desde hace un año, el 21 de junio es feriado. Honra a los pueblos originarios en los días en que ellos agradecen a la tierra, porque –post solsticio de invierno– las noches empiecen a acortarse y la naturaleza se prepara para la primavera. Para las personas en la calle se inicia el invierno, la época más cruda. Sobrevivirla es su desafío. ¿Cuál es el nuestro en relación a ellas?