A 50 años del viaje de Nixon a China
Pero no era solo EE.UU. quien se abría a China, sino otros gobiernos del mundo que habían respaldado la política de aislamiento hacia «el país del centro».
Hace 50 años, el presidente Nixon realizó una gira internacional que cambiaría el destino del mundo: la visita de un presidente estadounidense a China por primera vez en dos décadas. Tal hecho fue el gran catalizador para que, años más tarde, el presidente Carter estableciera relaciones diplomáticas entre ambos países.
Pero no era solo EE.UU. quien se abría a China, sino otros gobiernos del mundo que habían respaldado la política de aislamiento hacia «el país del centro». Con esta jugada, EE.UU. aprovechó el alejamiento de las relaciones entre Mao y Kruschev, para alinearse con China en contra de la Unión Soviética, debilitándola y, eventualmente, haciéndola colapsar, culminando de este modo la guerra fría.
Sin embargo, el mundo ha cambiado y las relaciones entre China y Rusia parecieran estar en su mejor momento. Hace algunos días, Putin telefoneó a Xi para su cumpleaños número 69. En tal evento, Xi Jinping sostuvo que “China siempre ha evaluado la guerra ruso-ucraniana de manera independiente, sobre la base del contexto histórico”, manifestando la típica retórica en cuanto a que “China ha promovido activamente la paz mundial y la estabilidad del orden económico mundial”, respaldando así a Putin, y entregando una potente señal política a occidente: que la alineación estratégica chino-rusa perdurará en el tiempo.
¿Podrá el presidente Biden romper tal alianza como lo hizo Nixon 50 años atrás? Parecieran no estar hoy en día las condiciones para generar tal ardid. Consideremos algunos escenarios. El primero, seducir a China, hipótesis que no es plausible, puesto que incluso durante la administración de Biden EE.UU. ha declarado a China como su mayor amenaza en el largo plazo. El segundo es que Rusia pierda la guerra, no obstante, podría utilizar armas de destrucción masiva sobre Ucrania. La tercera y, más sensata a mi juicio: ganarse a Rusia, algo que se vislumbra como políticamente imposible, sin embargo, tal opción sería la forma más acelerada del término bélico, con un resultado que favorezca a Putin. No obstante, pareciera que a los gobiernos occidentales les falta voluntad política para obtener tal resultado y, mientras tanto, ya se cumplen 4 meses desde el inicio de la guerra en Ucrania.