Acepto o Rechazo
Si bien no cabe duda que la actual Carta Magna debe ser modificada o reescrita para una Chile más moderna y equitativa, el proceso de la redacción del nuevo texto que se votó desde ya era vicioso y de ella no podía salir la Constitución necesaria y deseada.
Los partidos de derecha, centro y centro-izquierda se vieron presionados a aceptar la creación de una nueva Constitución, para frenar el – ya sabemos por quienes – bien organizado y ejecutado “estallido social” de Octubre 2019.
Si bien no cabe duda que la actual Carta Magna debe ser modificada o reescrita para una Chile más moderna y equitativa, el proceso de la redacción del nuevo texto que se votó desde ya era vicioso y de ella no podía salir la Constitución necesaria y deseada. Pero el plebiscito para aceptar su creación ha sido contundente a su favor, probablemente por lo ardiente de la situación y la confusión reinantes que todas y todos querían que terminara. La extrema izquierda, como de costumbre, estaba bien preparada para presentar una gran cantidad de candidatas y candidatos disfrazados de “independientes” para asegurar que la Convención elegida elabore un texto que desarme totalmente a Chile como país y la lleve a un caos de ingobernabilidad que finalmente posibilitará que ella tome el poder total.
Cuando digo que el proceso era vicioso, me refiero al hecho que se pretenda votar un texto íntegro que llegó a 380 artículos, completo, tal como está escrito, aceptándolo o rechazándolo, sin posibilidad de modificar las partes que la mayoría negamos a aceptar. Si bien en la redacción del mismo el dos tercio decisivo carecía de la más mínima noción sobre qué es una Constitución, fue bien asesorada por aquellos que designaron estas/os candidatas/os, finalmente votados. ¿Cuántos de los constituyentes han leído la Constitución actual? ¿Cuántos de ellos han estudiado otras constituciones de países desarrollados, status al que pretende llevarnos la nueva Carta Magna? ¿Cuántos han comparado el texto final con otros, que rigen en países “felices”?
Hace apenas dos días el expresidente Ricardo Lagos estuvo muy claro al señalar que gane el acepto o el rechazo, el texto presentado al Presidente debe sufrir muchos cambios en caso de aprobarse o un nuevo texto redactado por expertos en la materia, debe ser presentado al país en caso de desaprobarse.
Personalmente, como es lógico, votaré rechazo. Y tengo muchas razones para ello, las principales de las cuales enumero a continuación:
– De los más de diez millones de votantes, esta vez obligados a concurrir a las urnas, lo más probable es que solo poco más de la mitad vaya y/o poco menos de la mitad vote nulo. En consecuencia, no sería una nueva Constitución que represente una gran mayoría.
– El texto que se votará no habrá sido leído y menos aún analizado en Chile por más de, exageremos, ¿20.000 personas? En Chile; entonces el sufragio en su mayoría será por pertenencia emocional o política de los electores y no porque realmente saben qué van a sufragar.
– El texto que se votará está en contra mis convicciones liberales de centro, de tener un país con un Gobierno central – sea liderado por un primer ministro o el Presidente – que gobierne para toda la población y no solo una parte de ella; donde existan los poderes independientes y autónomos y un Parlamento que esté equilibrado entre cámaras que tengan la sensatez de controlarse y dictar leyes correctas.
– No quiero vivir en un país que dentro de sus fronteras tenga limitaciones de territorios, que tenga varias justicias y mini-constituciones, eventualmente hasta diferentes monedas y carezca de un plan de desarrollo general.
– Quiero vivir en un país donde todas y todos tenemos las mismas obligaciones y derechos sin importar nuestros orígenes, colores de piel, credos o convicciones. Quiero vivir en un país cuyos líderes tienen un solo propósito: transformarlo en una tierra de felicidad.
Y, lamentablemente, ese borrador no solo no asegura mis anhelos sino, todo lo contrario, está intentando a terminar con la mayoría de ellos. Lo sabemos los ¿20.000? que lo hemos leído y visto sus análisis al ser desmenuzado por expertos tanto de derecha, como de centro y de centroizquierda.
Por eso votaré rechazo.