Nostalgia de Jaime Guzmán
Lamentablemente, debemos volver al líder gremialista porque, al parecer, los negacionistas de los 30 años siguen recurriendo a él en una especie de nueva falacia “ad guzmanum”.
Sí, nuevamente tenemos que hablar de Jaime Guzmán. Y esta vez no es por los dichos del presidente Gabriel Boric que recordaron su visita al asesino del exsenador, Ricardo Palma Salamanca; ni tampoco por la visita de la exconvencional, María Rivera, al terrorista, asesino y secuestrador Mauricio Hernández Norambuena, responsable intelectual del asesinato de Jaime Guzmán ―había que consignarlo para la historia en alguna parte―. Lamentablemente, debemos volver al líder gremialista porque, al parecer, los negacionistas de los 30 años siguen recurriendo a él en una especie de nueva falacia “ad guzmanum”, empleando su nombre como conejo del sombrero para levantar sus pseudoargumentos, como es el caso de dos periodistas de relevancia nacional.
Fernando Paulsen, en su programa Tolerancia Cero, leyó el trillado párrafo de ‘El camino político’, escrito por Guzmán para Revista Realidad ―sí, de aquí viene―, donde se lee “Es decir, que si llegan a gobernar los adversarios, se vean constreñidos a seguir una acción no tan distinta a la que uno mismo anhelaría […]”. Qué mal que la mayoría de las veces que se cita este texto no se contemple también el contexto del artículo. Si se lee completo, se llega a la conclusión que ese adversario no es la oposición (ni la DC, ni el PS, tampoco la parte demócrata del Frente Amplio), sino que aquellos grupos totalitaristas que buscan la democracia para destruirla. Es cosa de avanzar al siguiente párrafo para encontrar, en la propia pluma de Guzmán, la búsqueda de que Chile sea gobernado por “tendencias moderadas”. Este artículo está recogido tanto en el archivo como en las Obras Completas (tomo III) del ex senador, pueden corroborar ustedes mismos.
El segundo fue José Antonio Neme, quién en el matinal Mucho Gusto mencionó que, de llegar a ganar el rechazo, “No significa que la ciudadanía muere de nostalgia por Jaime Guzmán, sino solo que no aprueba una propuesta constitucional específica”. El punto que parece que el periodista no es capaz de entender es que aquí no existen unos “señores del rechazo”, sino una ciudadanía que no le convence el mamarracho constitucional emanado de la Convención. Así que, en efecto, no es nostalgia de Jaime Guzmán lo que la gente siente; es una nostalgia a ese Chile previo al 18 de octubre que, por acción o “por mayoría de votos” ―como reza el chiste―, es el resultado de la arquitectura que Guzmán, junto a muchos otros, ayudó a construir y que se ha perfeccionado con el tiempo.
Con todo, debemos resolver democráticamente el camino para mantener los avances legados de nuestra actual Carta Magna ―le moleste a quien le moleste―, y sumarle una mayor participación del Estado en la búsqueda de mejoras de vidas sustanciales que, en resumen, se resuelven con subsidiariedad positiva.´