¿Qué nos depara la nueva Constitución?
La chambonada (porque no se puede describirla de otra manera de la “plurinacionalidad”), significaría sencillamente el fin de Chile como país, como República, como hoy la conocemos.
A pocos días del plebiscito de salida el Rechazo aparece como favorito en las encuestas, que no siempre aciertan los resultados finales, probablemente porque se basan sobre un cúmulo de encuestados que no representan realmente la mayoría. Pero esta vez parece que van a acertar porque solo los y las fanáticos/as de la extrema izquierda, los que desconocen el texto, o gentes muy necesitadas, olvidadas aprobarán esta nueva Constitución. No creo que personas que leen o escuchan los medios y los distintos lugares de la Web, las que tienen o quieren tener una vivienda, un vehículo, una propiedad y que conforman la mayoría, la clase media de Chile, acepten vivir bajo las reglas de una Carta Magna semejante.
El otro día estuve sentado en la posta de mi comuna mientras atendían a mi pareja, que se quemó la mano y el brazo, por suerte sin mayores consecuencias. Me irritaba leer y releer un cartel en la pared que informaba sobre los derechos y las obligaciones de los vecinos. El tres cuarto superior del texto informaba con grandes letras e imágenes los Derechos y un cuarto inferior con letras más chicas las Obligaciones. Me hizo pensar en el texto de la Constitución pretendida que, como es costumbre últimamente, antepone lejos los que privilegian en esa publicidad frente a las que la cierran. Es tan elemental como 2+2=4 que sin primero obligaciones, los derechos ni siquiera existen. Son sin excepción las obligaciones cumplidas, llevadas a cabo que crean, hacen posible los derechos. Y esta simple, innegable, indiscutible e irreversible ecuación simplemente es ignorada por el Texto, cosa que me hizo pensar en lo que sigue a continuación.
De acuerdo a la NC (Nueva Constitución) el Presidente tendrá tanto poder decisivo, tantos privilegios que el Parlamento – en el fondo proyectado como una asamblea constituyente– ni siquiera sería necesario porque cualquier cosa que decida puede ser cambiado por el primer mandatario según su gusto. No hay antecedente que tal potestad, el poder de decisión sin límites lleve a la corta o larga a otra cosa que una dictadura. Ni siquiera es necesario mencionar ejemplos, pues sobran en la historia de los últimos ¿3000? años.
La chambonada (porque no se puede describirla de otra manera de la “plurinacionalidad”), significaría sencillamente el fin de Chile como país, como República, como hoy la conocemos. Se trata de fraccionar el territorio nacional en trozos independientes, en pequeñas “plurinaciones” sin siquiera tener un proyecto quienes serían sus habitantes, cuales sus fronteras, sus autoridades, derechos, justicia y, lo más importante, con qué recursos contarán para su funcionamiento. Se puede fácilmente dar el caso que hasta cobren peaje o soliciten visa para entrar o cruzar su territorio, que tengan su propia fuerza de orden y hasta armada, que hagan tratos con otros países, etc… En fin, sería un caos total que hasta posibilitaría arrancar un trozo en nuestro norte para entregarlo a Bolivia (claramente intencionada en el pasado por Gabriel Boric). Las costas de la Araucanía seguramente se transformarían en puertos del narcotráfico y la introducción de armas de todo calibre, hasta de artillería y acorazadas. El CAM liderado por Héctor Llaitul sería seguramente la primera “plurinación” independiente, lo que produce escalofríos solo al pensarlo. En el fondo, Llaitul por lo menos es franco en su posición. Para él Boric o Teillier son iguales a Luksic o Piñera: son los conquistadores que le arrebataron hace siglos SU país, al que hay que reconquistar a la fuerza, como fuese. No tiene en cuenta la evolución, la historia humana cuya principal característica desde siempre fue la guerra, la conquista, la migración y la consecuente e inevitable mestización. No tiene en cuenta que la mayoría de los mapuches, puros o mestizados, quieren vivir en la modernidad y tener acceso a todo lo que ella significa. Su guerra para re-transformar a Chile en lo que fue antes de la llegada de los españoles está desde ya perdida y el CAM solo es guerrilla, subversión, terrorismo, con el final previsible. ¡Y la NC – a pesar que él reniegue de ella también – sería el único camino para que se realicen sus sueños, aunque sea en parte!
¿Quiénes son realmente los “indígenas” que tendrán derecho a tener su “plurinación”? ¿Cómo y quién definiría, autorizaría, legitimaría su existencia? ¿Cualquiera que pueda demostrar que es indigente, podría exigir tener su territorio, reglas y justicia independiente? O sea, un caos total. Las disputas de demarcaciones, recursos, pretensiones a diferentes ventajas podrían enfrentarlas, enemistarlas y fácilmente provocar una guerra civil. ¿A cuál de ellas atacarían o defenderían las fuerzas de orden y armadas centrales? Caos, caos, caos…
No entiendo, no puedo comprender cómo la Convención, indígena en su minoría, pudo incluir lo que se llama la aprobación indígena de cualquier nueva ley, o modificación o decreto. Es la barrabasada más incongruente en el texto de la NC. ¿Quién o cuáles serán los “indígenas” que deben dar su consentimiento? ¿Quién los nombraría, elegiría, legitimaría, autorizaría? Los trámites legislativos, desde ya lentos e inciertos en Chile, ¿serían sometidos al juicio de cada “nación” originaria? Lo que significa que simplemente nunca se realizarían, pues ni entre estas últimas se llegarían a un acuerdo. De nuevo: el caos total. De nuevo, sometimiento de la inmensa mayoría de chilenas/os a las decisiones de una inmensa minoría.
Es evidente que tanto la NC como el Gobierno actual tienen en su mira la destrucción del capitalismo, el liberalismo y, de paso, a la democracia. No tienen en cuenta que la democracia post-griega, la moderna, nació en el capitalismo y tuvo, tiene un éxito único en la historia humana en los países donde prevalece y en la medida que se perfecciona, reemplaza al capitalismo feroz en democracia justa. En vez de elegir este camino, la NC nos tuerce hacia la senda del fracaso total y general de otros ejemplos, principalmente latinoamericanos, que retroceden cada día más a la lista de países cuyos nombres ni debo mencionar…
En cambio en los países desarrollados a los que me refiero, la gente ahorra una parte de los frutos (sueldos o ganancias) de su trabajo para tener recursos a vivir dignamente cuando ya debe jubilarse. Y acá vuelvo a las obligaciones y derechos. Donde hay desarrollo, hay cultura; donde hay cultura la gente se siente obligada a reservar una parte de los resultados de sus esfuerzos durante su etapa productiva para tener el derecho a una existencia buena durante la etapa de retiro.
Mientras la NC se basa simplemente en los dictados del marxismo-leninismo: cada uno debe dar su máximo esfuerzo en la producción y cada uno recibirá la misma compensación en el socialismo y, en la etapa final soñada, en el comunismo cada uno recibiría lo que necesita. En síntesis: se nos propone aprobar algo que nos manda a vivir en el socialismo; el socialismo que no solo fracasó sin excepción en todo el mundo precisamente porque no tiene incentivos ni emprendimientos y se convirtió en regímenes que menos respetan los derechos humanos y que más miseria, represión, genocidios y menos progreso, libertad y felicidad trajeron a sus pueblos.
Sin entrar en más detalles sobre esta NC, solo por lo expuesto yo definitivamente rechazaré con mi voto esa intención de caos, retroceso, injusticia, desastre.