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2 de Septiembre de 2022

Una querella más

En vísperas del plebiscito vemos un Presidente agachado, paralizado, casi escondido detrás de su escritorio a la espera del resultado, posponiendo cualquier actitud, decreto o decisión hasta saber si gana el rechazo o el apruebo. 

Por Redacción EL DÍNAMO
Lo inexplicable, inentendible es cómo gente culta, instruida, aparentemente sensata puede apoyar fervientemente al “apruebo”. ¿Es que ninguno de ellos leyó el texto de la nueva Constitución? AGENCIA UNO
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El cobarde atentado del grupo terrorista Lavkenche destruyendo el molino Grollmus y disparando a un trabajador y dos de sus dueños dejando a uno posiblemente tuerto y al  otro manco, es ya el colmo de la subversión, que sus actores, burlándose, llamaron acto de sabotaje. No solo es ya el exceso de sedición, sino demuestra la colaboración organizada entre varias organizaciones del mismo  pelaje, encabezadas por el CAM.

El Gobierno, como en otras innumerables ocasiones, se va a “querellar contra los responsables” según las frases altisonantes y sin ningún contenido concreto del subsecretario del interior (la ministra ya se despidió extraoficialmente). En cualquier otro país del mundo, en caso de semejante evento se envía inmediatamente a las fuerzas de orden y represión para detener los confesos agresores, cuya ubicación es conocida, al igual que la de varios de sus miembros. En vez de esto el Gobierno “se querella”, repitiendo la inutilidad de esta repetida acción copiando a administraciones anteriores de Piñera y Bachelet. Se envía una papeleta a algún fiscal o juez y con esto la reacción, la respuesta a balas y fuego sonseacabó: se va al papelero o a un oscuro depósito en una carpeta engrosando tantas otras de querellas que nunca más se tocaron . Esta es la verdad que nadie puede negar.

En vísperas del plebiscito vemos un Presidente agachado, paralizado, casi escondido detrás de su escritorio a la espera del resultado, posponiendo cualquier actitud, decreto o decisión hasta saber si gana el rechazo o el apruebo. Francamente, no espero que cambie la ya cotidiana falta de actuar a los ataques terroristas, sea cual fuera el desenlace de la elección. Lo más probable que, si gana el apruebo, liberen a Héctor Llaitul ya que éste será el gobernador ungido y oficialmente aceptado de   Wallmapu, cuyas fronteras menguarán el territorio de la actual República de Chile en el futuro país  al igual de otras “plurinaciones” que se crearán. Más aún: cualquier nueva ley, decreto o cambio constitucional tendrá que contar con la aprobación de don Héctor, los Lavkenche y otros focos terroristas y narcos, conocidos o por emerger. O sea: los que hoy son delincuentes según el Gobierno, terroristas según las y los chilenos, podrán transformarse en los reales avalistas de nuestra legislación.

Lo inexplicable, inentendible es cómo gente culta, instruida, aparentemente sensata puede apoyar fervientemente al “apruebo”. ¿Es que ninguno de ellos leyó el texto de la nueva Constitución? No hablo de lo que despectivamente llaman “gente de la calle”; no me refiero a los que realmente necesitados que creen que con aprobarla se acaba la miseria y todos seremos felices. Me refiero a intelectuales, artistas, políticos o simplemente a gente de clase media que no se dan o no quieren darse cuenta al caos que avendrá si se acepta esa Carta No-Magna. Solo puedo pensar que su objetivo es destruir la actual sociedad, la democracia, en vez de transformarla en algo mejor, en perfeccionarla mediante una Constitución moderna, justa y cabal. Me golpean en la cabeza las palabras del senador Quintana hace más de ocho años: la “retroexcavadora”.

La frase “Que Dios nos pille confesados” nunca ha sido más vigente que hoy. Y si hay un Dios, no debería permitir que este nuestro hermoso país siga en el tobogán, siga el destino de cada vez más países sudamericanos hacia la destrucción, la pobreza y ciertamente un posible totalitarismo. 
 

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