La bicicleta como herramienta deportiva y aprendizaje espiritual
No es casual el progresivo aumento que ha tenido en Chile el uso de la bicicleta como medio de transporte y actividad deportiva en los últimos 10 años.
Dicen que por el solo hecho de subirse a una bicicleta y pedalear, las personas se sienten más felices y con mejor humor. Pero además de los beneficios inmediatos que trae esta actividad, cuando la practicamos constantemente desarrollamos valores que pueden sernos útiles tanto a nivel deportivo como a nivel laboral y empresarial.
Esto, porque cuando la actividad ciclística aumenta de intensidad y además de trayectos dentro la ciudad es utilizada para distancias largas, o ascensos y descensos por cerros y caminos empinados, poco a poco se transforma en un reflejo de atributos como la constancia, la perseverancia y la superación de diversos obstáculos.
Muchas veces los desafíos que vivimos arriba de una bicicleta son, metafóricamente, los mismos que enfrentamos en nuestras vidas o en el mundo laboral. No es casual que muchos relacionen una ruta difícil con nuestro desempeño en el trabajo y cómo tener éxito después de mucho entrenamiento y esfuerzo.
Cuando una persona inicia un proyecto, una idea o tiene metas de crecimiento para lograr un fin, planifica acciones y estrategias que le ayudarán a conseguirlo. Ocurre exactamente igual con el ciclismo, donde nos preparamos con meses de anterioridad para obtener mayor resistencia física, ser capaces de no renunciar a mitad de camino y conquistar triunfos que pueden ser una competencia con la participación de terceros, o simplemente una superación personal.
Los ciclistas nunca dejan de aprender, y si abandonan la práctica por unos meses, deben entrenar duro para recuperar el ritmo. Tal como ocurre dentro de una empresa, es una actividad que puede hacerse de manera solitaria, pero cuando se trabaja en equipo, los avances son más palpables y satisfactorios.
Además, recorrer distancias sobre dos ruedas y a una velocidad constante tiene otras ventajas desde el punto de vista mental: Permite refrescar la imaginación, despejar la mente de pensamientos repetitivos y apreciar los paisajes de una manera diferente. Como si esto fuera poco, la bicicleta es sustentable, no genera emisiones contaminantes, nos fortalece físicamente y fomenta la vida sana.
No es casual el progresivo aumento que ha tenido en Chile el uso de la bicicleta como medio de transporte y actividad deportiva en los últimos 10 años. Según los datos que maneja el ministerio de Transportes, a enero de 2022 se habían realizado más de 1.644.070 viajes diarios a lo largo de los 1.866 kilómetros de ciclovías distribuidas en todo el territorio nacional. Además, en los últimos tres años la cantidad de ciclovías aumentó en 27,9%, alcanzando las 1.228 y en los próximos años se proyecta la ejecución de otras 94 vías, que corresponden a 134,12 kilómetros.
Hay otra cosa que ocurre cuando pedaleamos, y es que nos conectamos con nuestro yo interior de una manera que no sucede en la vorágine de la vida cotidiana. Así lo explica el periodista argentino y autor del libro “Bici zen” Juan Carlos Kreimer: “El hecho de mover las piernas hace que tengas que guardar el equilibrio y que generes movimiento desde el centro energético de tu cuerpo. Además, la bicicleta te obliga a estar presente y comienza a producirse un fenómeno parecido al de la meditación, porque los pensamientos pasan, entonces desarrollamos una conciencia testigo de los pensamientos”.
Me gusta pensar en la bicicleta como un instrumento para lograr objetivos y que además, nos deja con una sensación de bienestar en el cuerpo, la mente y el corazón. Y que tal como en temas de desarrollo personal, las mejoras y transformaciones que implementemos a lo largo de la ruta, impactarán en nuestra competitividad sin perder calidad humana.