Un zapato chino para Liz
El próximo 5 de septiembre no sólo Chile iniciará un nuevo camino político. Desde que Boris
Johnson se vio obligado a renunciar a su cargo de primer ministro, los militantes del Partido
Conservador han estado en proceso de elección de su sucesor o sucesora, que se conocerá ese
mismo día.
Lo más probable es que la elegida sea la actual Canciller Liz Truss, quien tendrá en su agenda muy
difíciles desafíos. Porque si bien la primera preocupación que azota a los británicos es la economía,
con una inflación histórica y un bajo crecimiento en comparación al resto de Europa, hay otros
temas que deberá enfrentar de más difícil solución y que podrían traer consecuencias en la unidad
territorial del país. Todo, por efecto del Brexit.
El mayor escollo que enfrentó Boris Johnson cuando llevó adelante las negociaciones para sacar
adelante el divorcio entre Reino Unido y la Unión Europea, fue el Protocolo de Irlanda. Para la UE
era fundamental no volver a instalar la frontera dura entre las dos Irlandas, como una forma de
evitar un temido regreso de la violencia en ese sufrido país. Mucho costó llegar a ese acuerdo de
Paz de Viernes Santo de 1998 en que se eliminó esa frontera, lo que fue un paso importante para
lograr la armonía entre esos dos países.
Por eso, cuando se fijó la frontera entre la UE y Reino Unido post Brexit, se decidió que fuera en el
mar que separa a Irlanda de Gran Bretaña, permitiendo que Irlanda del Norte siguiera gozando de
los beneficios de ser parte de la UE, aunque también siguiera siendo miembro del Reino Unido.
Lejos de conformarse con esta solución, los unionistas de este país -protestantes que quieren
seguir siendo parte de Reino Unido y que rechazan una posible reunificación de Irlanda- han
rechazado este acuerdo. A tal punto, que en las elecciones parlamentarias de mayo, en que el Sin
Feinn, partido católico que sí lucha por una reunificación, ganó las elecciones, pero debe gobernar
con los unionistas liderados por el partido DUP que obtuvo el segundo lugar, no ha podido formar
gobierno. Esto, porque el DUP se niega a ser parte de éste si las autoridades inglesas no modifican
el acuerdo del Brexit. Algo que se ve casi imposible.
Las tensiones incluso han producido situaciones de violencia que han hecho recordar esos días de
enfrentamientos entre los católicos y los protestantes que no podían convivir en paz en Belfast.
Este conflicto político, llevó a que Boris Johnson durante su gobierno, haya presentado una nueva
propuesta de frontera entre Irlanda y Reino Unido, que de alguna manera flexibilizaba la que se
había acordado para cerrar las negociaciones del Brexit. Esta idea fue muy mal recibida en
Bruselas, en donde no están dispuestos a cambiar las condiciones de lo ya pactado.
Es que para las autoridades inglesas, este tema es un verdadero zapato chino, porque si no logran
convencer a la UE de encontrar una solución, el actual acuerdo podría llevar a que Irlanda termine
por unirse como país nuevamente e independizarse de Gran Bretaña, como un efecto secundario
no deseado del Brexit. Y que las tensiones entre proingleses protestantes contra proirlandeses
católicos, puedan volver a instalarse en ese país, si no son capaces de convivir como culturas
diversas.
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Verónica Munita es periodista y analista de actualidad