Sobre la tan esperada visita presidencial
El funesto borrador de una nueva Constitución fue tajantemente rechazado por la inmensa mayoría del pueblo precisamente porque contenía una solución que pretenden los violentistas del CAM, RML, WAM y RMM : la fragmentación del país.
El Presidente Boric por fin decidió presentarse en la zona de conflicto mapuche, después de una minuciosa preparación y tras infinitas exigencias de víctimas y autoridades locales. Hubo aplausos, protestas, atentados y obstrucciones de rutas por parte de grupos terroristas harto conocidas. En el transcurso de dos días se reunió – acompañado por ministros y mandos – con algunas personas afectadas y parientes de víctimas y con dirigentes mapuches relativamente pacíficos, en medio de un despliegue de seguridad jamás visto y estrategia perfectamente organizadas.
Los grupos de “resistencia”, más conocidos por terroristas, encabezados por CAM (y sus OTR), RML, WAM y RMM intensificaron sus ataques en señal de protesta contra la visita del mandatario, demostrando sin dejar dudas que no solo están contra la pacificación, sino que luchan y lucharán más y más para conseguir la transformación de un indeterminado – pero cada vez más creciente – territorio donde instalar un país independiente de la actual República de Chile. Los llamo terroristas por el sencillo hecho que lo son. Asesinar, incendiar, robar, ocupar poblaciones y áreas y transformarlas en lugares aislados mediante control de armas, donde nadie entra sin arriesgar su integridad o vida si no cuenta con su permiso, no merece otra denominación que terrorista.
El Chile del siglo XXI no difiere mucho del resto del mundo, las fronteras actuales de cuyos países en su mayoría son el resultado de milenios de guerras, conquistas, ocupaciones y migraciones. En Latinoamérica, la invasión hispano-portuguesa ha sido quizás más compacta y exterminadora de los habitantes sometidos que en cualquier otra región del planeta. Y, de manera igual a lo que Europa hizo también en el continente africano, sus razones eran más buscar, apropiarse y llevar “a casa” oro y otros tesoros y productos, que colonizar. Pero con el pasar de los siglos la inmigración, la inevitable mestización, sumada muchas veces con la cruel sumisión o exterminación de la población indígena, finalmente llevó tanto en Chile como en decenas de países actuales a un ordenamiento e institucionalidad relativamente pacífica y estable con una población de orígenes variopintos y, principalmente, en su inmensa mayoría híbrida, cruzada.
Lo que más me llama la atención – y mi indignación – es que Boric no se reunió con y ni siquiera hizo mención a los miles de empresas, tanto pymes como grandes, a los agricultores, los comerciantes, transportistas y otros habitantes que realmente constituyen tanto la población como la economía afectadas de la región, calentada por el “conflicto mapuche”; por lo visto se redujo solo a un intento de satisfacer la insistencia de dirigentes territoriales mediante una visita presidencial. Sus consecuencias no tienen la pinta de arreglar nada; pero sirven como un reconocimiento, un franqueamiento parcial de la cabeza del Gobierno actual, que la cosa está mal. También hay que asentir la franqueza del Presidente al afirmar que los residentes de las ciudades y otros lugares de los territorios reclamados tienen pleno derecho a conservar su vida actual.
Que un grupo que mantuvo su “pureza” indígena pero cuyo porcentaje es ínfimo de la presente población pretenda “reconquistar” una importante sección del país mediante lucha armada, es un hecho totalmente anacrónico. La inmensa mayoría de chilenas y chilenos de origen mapuche, araucano o de otra descendencia originaria tiene una cuarta o menor parte de sangre indígena y sus vidas, ocupaciones, culturas y hogares no tienen nada que ver con las pretensiones “nacionalizadoras” de los grupos subversivos citados. Tampoco tienen deseos de cambiar su existencia actual por una que, por ejemplo entre otros caciques el señor Catrillanca pretende imponer en “su” nuevo país anhelado.
El anuncio sobre la creación de una “Comisión por la Paz y Entendimiento” que Gabriel Boric hizo a su afortunado retorno sin accidentes a Santiago (reducto contemporáneo de la civilización del antiguo conquistador que hoy incluye a los antepasados del mismísimo Presidente) es algo – un poco rimbombante – que pretende más a tranquilizar al país, que solucionar al conflicto actual; ni siquiera ahora, sino a largo plazo cuando su promotor ya no tendría la pesada carga presidencial… Con otros nombres y títulos, la devolución de tierras es una política, por lo visto fracasada, que ya tiene más de quince años y un nuevo nombre difícilmente cambiará ni sus propósitos, ni sus resultados. Es fastidioso tener que repetir que las propiedades “devueltas” se han arrendado, vendido o utilizado con los mismos fines que el resto del territorio nacional. El funesto borrador de una nueva Constitución fue tajantemente rechazado por la inmensa mayoría del pueblo precisamente porque contenía una solución que pretenden los violentistas del CAM, RML, WAM y RMM : la fragmentación del país.
A consecuencia de las malas políticas de los últimos gobiernos – tanto chilenos como argentinos – se llegó a la situación actual. Quizás las especiales características territoriales de nuestro país no permitirán situaciones tan conflictivas como las de Colombia y Perú, con guerrillas tan potentes como FARC, Sendero y otras; tampoco existe acá un financiamiento tan impecable del narco como en esos países, principales productores de la droga; pero no nos descuidemos: la actividad terrorista en Chile creció violentamente desde el segundo gobierno de Bachelet debido a la limitada importancia e intención política para controlarla; por la falta de una organización eficiente de control e inteligencia; por el fingimiento de su relativa importancia y la ausencia de una difusión clara y franca de las consecuencias; consecuencias que ya están acá. Y está financiada por el narco. Lamentablemente, hoy ya quedan pocas opciones que no sean el uso de la fuerza para reprimir la fuerza.
Yo no tengo la solución. Pero si no se actúa con urgencia, destreza y contundencia, ya durante el verano de 2022 que comienza en pocos días, se sentirán graves deterioros en las antes normales vacaciones de chilenas y chilenos con destino a la zona de conflicto, o a lugares a donde llegar significa cruzar esa zona. Que Dios los – nos – pille confesados.