Mujeres en situación de discapacidad: doblemente vulneradas
Es importante concientizar a la población chilena en relación con que el “ser mujer” no puede representar ni ser un factor de riesgo que propicie la discriminación, la desigualdad y la violencia.
La violencia de género, también entendida como violencia en contra de la mujer, solo por el hecho de ser mujer se ha transformado en una problemática de envergadura social que afecta a todas las niñas, adolescentes y mujeres en el mundo, pero también, a aquellas que tienen algún tipo de discapacidad, quienes son doblemente vulneradas. Primero, por ser mujeres y segundo, por tener alguna discapacidad, esta realidad suele ser invisibilizada y no dicha, además de ser naturalizada sobre todo cuando existe una dependencia por parte de la mujer con discapacidad que obliga de alguna manera a permanecer en estos contextos de violencia.
Esta problemática, también alcanza y afecta el ámbito laboral. Partiendo por la falta de oportunidades, lo que se evidencia en las bajas contrataciones de mujeres con discapacidad en comparación a hombres en la misma situación. Según el último reporte de la Dirección del Trabajo del mes de octubre, desde que se ha implementado la Ley 21.015 existen 96.351 puestos de trabajos registrados, de los cuales 34.595 pertenecen a mujeres con discapacidad y 61.756 corresponden a hombres, lo que significa que solo un 36% de las mujeres que pertenecen a esta cifra se encuentran empleadas en alguna actividad laboral.
Estas cifras bajas, podrían dar cuenta de las consecuencias de la violencia ejercida en este ámbito, lo que podría reflejar la fuerte presencia de barreras, mitos y prejuicios asociados a la discapacidad y a las características propias de cada diagnóstico, pero también, se suman aquellos factores ligados con el cotidiano como problemas de salud mental, estrés, cuadros de ansiedad o angustia, la doble presencia, las actividades ligadas históricamente a un rol de cuidadoras que se asocia a mujeres con o sin discapacidad, con la asistencia a niños, adultos mayores y postrados, además de las tareas propias del hogar.
Estos elementos suelen influir en el desempeño laboral de las mujeres en general pero que en aquellas que tienen discapacidad, podrían repercutir de una manera negativa en la percepción de los empleadores, lo que determinaría la inclusión laboral. Por otra parte, la violencia también se presentaría dentro de los espacios laborales, obstaculizando la vivencia y desempeño de mujeres con discapacidad en sus espacios de trabajo.
La Organización Internacional del Trabajo en el año 2019 promulgó el Convenio 190 global en contra de la violencia y el acoso en el trabajo, en esta instancia se acordó que esto consiste en un amplio abanico de conductas y prácticas inaceptables o amenazas, ya sean en un hecho único o repetido que tienen por objeto ocasionar o provocar daños físicos, psicológicos, sexuales o económicos e incluyen violencia y acoso por motivos de género. Esto también afecta a mujeres con discapacidad, algunas abandonan sus puestos de trabajo siendo proveedoras de sus familias, lo que influye directamente en la calidad de vida personal y familiar.
Es importante concientizar a la población chilena en relación con que el “ser mujer” no puede representar ni ser un factor de riesgo que propicie la discriminación, la desigualdad y la violencia.
El ser mujer en Chile, debería significar, avance, crecimiento y oportunidad. Sobre todo, en asuntos de discapacidad, empleo e inclusión.
Sharon Retamal
Encargada del área Mujer en Fundación Chilena para la Discapacidad