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28 de Noviembre de 2022

Al cierre de 2022

Las manifestaciones, las huelgas y los desmanes crecientes empeoran aún más la situación y, como siempre: principalmente la de las clases más vulnerables, arrastrando consigo las clases medias. 

Por Redacción EL DÍNAMO
Quizás el Legislativo actual pueda amortiguar la recesión que se avecina, recesión que en apariencia solo ocurrirá en Chile durante 2023. ¿Estaremos mejor o peor dentro de un año? Veremos, dijo un amigo ciego, pero optimista. AGENCIA UNO
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No hay nada que hacer: Chile se transformó en un país más en la lista soñada hace dos siglos por Bolívar y hace dos décadas por Chávez: Latinoamérica unida bajo un solo mando, naturalmente de izquierda, históricamente caduca pero hoy activa como consecuencia de partidos unidos en y manejados por el funesto Foro de Sao Paulo, fundado por nada menos que el recién reelegido Lula y el ya fallecido Fidel y constituido por todos los partidos comunistas del Continente, más varios socialistas y progresistas de extrema izquierda.  

El ardiente discurso de Gabriel Boric en la reciente cumbre de APEC corrobora sobradamente lo que afirmo en la frase precedente. También afirma el éxito de ese plan diabólico el hecho que en el año 2022 ya nada menos que Cuba, México, Venezuela, Nicaragua, Colombia, Perú, Bolivia, Chile, Argentina y Brasil integran la orgullosa unión de países con gobiernos afines. Solo Uruguay, Paraguay, Ecuador y – con excepción de la férreamente tiranizada Nicaragua – los países centroamericanos se salvan por el momento de la lista post-bolivariana con una población que apenas sumará un 10% de la América Latina.

Sería muy ingenuo pretender que los grandes problemas presentes en los países listados son una casualidad. Es mucho más sensato afirmar que son consecuencia de un propósito elaborado y, por desgracia, facilitado por la crisis mundial de hoy cuando todo el mundo piensa en su propia salvación y no en la nuestra, en la de nuestro Continente. La inflación, la desocupación en aumento, las políticas de distribución prevalecientes al de productividad, el flagrante deterioro de la educación, cultura y seguridad con signos comunes en todo el grupo citado: ninguno se salva.

Las manifestaciones, las huelgas y los desmanes crecientes empeoran aún más la situación y, como siempre: principalmente la de las clases más vulnerables, arrastrando consigo las clases medias. El propósito no puede ser más claro: una población empobrecida, necesitada y sin otro recurso que el Estado es fácilmente manejable por el poder y permite a éste eternizarse. No tenemos que buscar ejemplos: sobran en el mundo de hoy, principalmente en nuestro territorio latino.

¿La situación al cerrarse el año es caótica en Chile?

– Los efectos catastróficos de la huelga de camioneros  son posibilitados por el tremendo deterioro del transporte ferroviario que en nuestro país – al contrario de los desarrollados – caracterizó las últimas décadas. La dependencia casi total del transporte rutero trajo consigo mayor contaminación ambiental, puntuales crisis de “tacos” en las rutas, injustificado volumen de combustibles fósiles importados y el tremendo poder de los sindicatos de camioneros.  
– La deserción escolar a consecuencia del Covid aumentó en vez de bajar una vez superada la crisis aislador, por  la inercia e impotencia del gobierno y la obvia intencionalidad de algunas autoridades de extrema izquierda, secundadas por muchos directivos de colegios, principalmente los emblemáticos. Y ni hablemos de la calidad de educación…encima, si se transforma totalmente en pública, la influencia ideológica comprometerá nuestro futuro.
– La inversión extranjera, tan indispensable para el desarrollo y para la ocupación, en vez de aumentar – en un contexto mundial cuando ésta busca países estables – en Chile ha caído precipitadamente y se espera empeorar si se aprueba la reforma tributaria tal como la presentó el Ejecutivo. Algo semejante ocurrirá si, a pesar de haberlo prometido, el Gobierno de Boric pasa de largo la firma del TPP11 para prevalecer el APEC, cuyos países integrantes sufren la misma crisis (y, encima, piensan invitar a una Argentina extremadamente deteriorada…). También anunció su intención que la explotación del litio sea estatal en vez de privada: otra opción perdida de una inversión extranjera con riesgos exclusivamente nacionales.
– La reforma previsional propuesta es otra arma para dominar la población mediante el control de sus ahorros. Es otro intento de aumentar los recursos del Estado para alimentar una exorbitante administración pública, a través de lo que en la práctica transformaría el 6% adicional en un nuevo impuesto con efectos inflacionarios y con la quiebra de muchas pymes. Y, si el impuesto al rédito volverá al 25% en 2023, Chile podría quedarse sin ellas y la recaudación, en vez de aumentar disminuirá.
– Finalmente, si hablamos del problema considerado por la población como número uno: la seguridad, vemos poca o nula intención para controlar al crimen organizado y “minorista” y pocas propuestas de aumentar el poder represivo de las fuerzas de orden; controlar el terrorismo en la zona conflictiva; crear una policía especial contra el narco que ya se ha prácticamente apoderado del país.

No hablé de la nueva Constitución. No porque no es problemática su redacción, sino porque en el fondo no tiene mayor relevancia en el destino de Chile ya que claramente no será muy distinta de la actual: será en realidad una modificación denominada “nueva”. Y no resolverá esencialmente los problemas expuestos.

Bueno, lo triste, irritante y pesimista que parezca, así está por terminar 2022. La única y bastante efímera esperanza que queda es un Parlamento que en los ahora parece mucho más dialogante, mucho menos extremista que los de las últimas décadas. Quizás el Legislativo actual pueda amortiguar la recesión que se avecina, recesión que en apariencia solo ocurrirá en Chile durante 2023. ¿Estaremos mejor o peor dentro de un año? Veremos, dijo un amigo ciego, pero optimista.

 

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