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5 de Diciembre de 2022

SIDA, por la razón o la fuerza

Nuestro Estado nunca ha invertido lo que debería para frenar el avance del VIH-SIDA. Claro, algunos podrían decir que sí tenemos cobertura universal de remedios antirretrovirales, sin embargo, eso no es suficiente. 

Por Vasily Deliyanis
Nuestro país nunca ha tenido la educación sexual como política de estado, es decir una ley que obligue a todos los centros de formación educacional, tanto primaria como secundaria, a tener educación sexual integral dentro de sus programas, al igual que matemáticas y castellano. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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El emblema de nuestro escudo patrio apela a la razón, cosa que nuestro estado societal, ante el VIH-SIDA, a todas luces no opera. Al decir fuerza probablemente muchos pensaran en violencia. ¡No! nuestra fuerza es la convicción, la participación ciudadana, la manifestación de lo que tal vez no es políticamente correcto para un gobierno de turno. Nuestra convicción es revelar la realidad con oportunidad. 

Lamentablemente la sociedad civil ha perdido la fuerza y la determinación en nuestra temática. La convicción que alguna vez tuvo, le permitió a Chile ser un ejemplo en la respuesta país ante el SIDA en Latinoamérica y el Caribe hace dos décadas atrás. Sin embargo, nuestro tejido social profundamente discriminatorio no nos permitió afrontar la realidad de hombres que tienen sexo con hombres, que fue y sigue siendo donde se encuentra radicado mayoritariamente el VIH-SIDA. Habrá que preguntarse por qué.

Nuestro país nunca ha tenido la educación sexual como política de estado, es decir una ley que obligue a todos los centros de formación educacional, tanto primaria como secundaria, a tener educación sexual integral dentro de sus programas, al igual que matemáticas y castellano. El tenerla permitiría a nuestros niños, niñas y adolescentes tener desde los inicios de su vida un real cuidado de sus cuerpos.

El mayor crecimiento de esta pandemia se encuentra precisamente radicado entre los 15 y 22 años. Poner recursos en el VIH-SIDA no significa gastar si no que invertir. A un estado le cuesta infinitamente más caro no hacerse cargo holísticamente del VIH, lo que redunda incluso en una disminución del PIB. Precisamente el grupo etario antes mencionado es en donde los países crean masa crítica lo que les permite desarrollarse plenamente. En Chile esto no está ocurriendo.

Nuestro Estado nunca ha invertido lo que debería para frenar el avance del VIH-SIDA. Claro, algunos podrían decir que sí tenemos cobertura universal de remedios antirretrovirales, sin embargo, eso no es suficiente. El verdadero abordaje del SIDA es a través de lo que se denomina “Prevención combinada”. Esto quiere decir que además de la inversión pública debe existir participación de la sociedad civil, una respuesta intersectorial del estado, tener educación sexual integral y mantener la comunicación de riesgo permanentemente a través de campañas de prevención efectivas. Nuevamente: en Chile esto no está ocurriendo.

La urgencia hoy es reconstruir la realidad de lo que pasó con el VIH-SIDA durante la pandemia del COVID-19. El estado no tiene cifras oficiales desde el año 2019, durante la pandemia hubo un abandono a las personas viviendo con VIH-SIDA; los programas literalmente no funcionaron. El VIH-SIDA esta incorporado a la ley GES desde el año 2005 pero lo que está escrito en un papel no basta, hoy no sabemos y desconocemos lo que está ocurriendo con el VIH en Chile.

Las brechas son muchas; sin embargo, este gobierno tiene la gran oportunidad de enmendar el rumbo. Si bien hoy en día las necesidades del país son muchas: reforma de pensiones, reforma tributaria, problemas de seguridad, desafío de la situación internacional producida por la guerra en ucrania y altísima inflación, debemos tener en cuenta que “la salud no lo es todo, pero sin ella todo lo demás es nada”, Schopenhauer (1788-1860).

En el convulsionado devenir de nuestro país, el SIDA debe urgentemente priorizarse y no excusarse en las realidades antes descritas para no abordarlo. De esta forma, por la razón y nuestra fuerza, dejaremos de hablar de lo que “no está ocurriendo en Chile”.

Vasily Deliyanis
Activista en VIH-SIDA
Fundación Chile Diverso

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