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Actualizado el 15 de Diciembre de 2022

Síndrome Frida Kahlo

El síndrome Frida Kahlo afecta a distintas mujeres a lo largo de la historia donde el centro de discusión es su vida desde una perspectiva de las diferencias y dificultades de género (lo cual es importante), empero, no debemos omitir su capacidad intelectual y creadora la que debe ser centro de discusión.

Por Sonia Martínez Moreno
Así, debemos considerar a la mujer artista en una misma posición que el hombre, sin hacer uso de su intimidad como fin de explotación ideológica o desviación anacrónica que aleje de la comprensión de su discurso visual; sino que, por el contrario, se debe trabajar en interpretar, analizar y discutir sobre su figura y dimensión humana a partir de su contexto, valorando sus obras y espíritu creador.
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Sonia Martínez Moreno

Sonia Martínez Moreno es Académica Licenciatura en Historia U. Andrés Bello, Sede Viña del Mar

La producción pictórica va de la mano de la popularización de algunas figuras a nivel mundial, pero ¿qué sucede cuando se abusa de la imagen de una mujer artista y se desvirtúa su fin visual? Cuando cuestiono aquello, pienso en la figura de la pintora Frida Kahlo y la explotación de su figura en la actualidad, ya que la vemos a diario en poleras, tazones y libretas de populares marcas donde se explota a diario la venta de su rostro utilizando distintos elementos ajenos al contexto de la artista. Asimismo, se intenta atribuir banderas de lucha actual -en perspectiva ideológica- que no necesariamente son parte del discurso de Frida.

De lo anterior, ¿es justo dejar en segundo plano la producción artística de una pintora y poner encima de ello su imagen o rol femenino en la sociedad? ¿Y conocemos a Frida solo por su deslumbrante estética -popularizada como parte de una moda- más allá de su trasfondo como artista? Sobre esto, toda figura histórica y artística debe ser examinada críticamente según su contexto para evitar anacronismos y vacíos conceptuales. Cuando se valora la figura creadora de la mujer y su producción visual se debe considerar su trabajo iconográfico en relación con su época y vida cultural.

Frida señaló en una exposición en Francia: “No te imaginas lo perra que es esta gente. Me da asco. Es tan intelectual y corrompida que ya no la soporto. De veras es demasiado para mi carácter. Preferiría sentarme a vender tortillas en el suelo del mercado de Toluca, en lugar de asociarme a estos despreciables «artistas»” (Hayden Herrera,1990, p.208).

En esta carta, indicaba que su fin creador era la manifestación de sus emociones, pero no pretendía ser objeto de una popularización kitsch y menos del marketing. Tampoco le gustaba la vida enfrascada en grandes reconocimientos ni las frivolidades creadas por los críticos de arte u otros. Podemos referir que la única valorización que esperaba de su persona era su capacidad pictórica. Si bien no podemos objetar que era una artista interesante y clave en el escenario mexicano desde su participación política, así como su fuerte interés por resaltar la cultura Mesoamericana usando bordados de Tehuana o las joyerías de Oaxaca; sin embargo, su fin mayor era ser reconocida como artista visual.

El síndrome Frida Kahlo afecta a distintas mujeres a lo largo de la historia donde el centro de discusión es su vida desde una perspectiva de las diferencias y dificultades de género (lo cual es importante), empero, no debemos omitir su capacidad intelectual y creadora la que debe ser centro de discusión. Así, debemos considerar a la mujer artista en una misma posición que el hombre, sin hacer uso de su intimidad como fin de explotación ideológica o desviación anacrónica que aleje de la comprensión de su discurso visual; sino que, por el contrario, se debe trabajar en interpretar, analizar y discutir sobre su figura y dimensión humana a partir de su contexto, valorando sus obras y espíritu creador.

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