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Actualizado el 21 de Diciembre de 2022

Argentina tricampeón

Ya en territorio argentino, en Villa La Angostura, donde el turista siempre tiene asegurado un suministro de manjares típicos –fiambres, carnes de caza, truchas del Nahuel Huapi, pastas caseras–, sólo unas tres pizzerías y bares permanecían abiertos. Pero estaban atiborrados de hinchas, que a esas alturas del día disfrutaban de un 2-0, en apariencia inapelable para la selección francesa.

Gracias al populismo de Cristina, de las cosas buenas que le reconoce el pueblo, en Argentina, hay FPT, fútbol para todos.  
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Cruzamos por el paso Cardenal Samoré, en la Región de Los Lagos, este domingo alrededor de las 11:30 de la mañana, sabiendo que al otro lado de la frontera las cosas podrían estar alteradas. “Conociendo a los argentinos, mientras se esté jugando la final del Mundial de Qatar, son capaces de no atender a nadie. De dejar a la gente esperando y, si llegan a ganar, ¡olvídate de cruzar!”, nos dijo un camionero chileno avezado.  

Desde allende Los Andes, nos habían advertido que atravesar Bariloche post eventual triunfo de la selección argentina tras 36 años de no salir campeones del mundo (todo esto escrito y acompañado con decenas de manitos en oración), podía resultar un caos. Algo parecido a encontrarse cerca del Obelisco el domingo a las 4 de la tarde.

Pero fuera de lamentar y maldecir por el deplorable estado de la ruta internacional por donde circulan todos los camiones con suministros para el extremo sur de Chile –una vergüenza total, realmente–, los jóvenes gendarmes argentinos, los funcionarios policiales y de aduanas trasandinos –chicos y chicas–, timbraban documentos en condición de zombies, sin quitar los ojos de la pantalla con el partido ya iniciado.

Las funcionarias con la bandera albiceleste pintada en las mejillas, la pera, la frente, con la camiseta del 10 bajo el uniforme, se ponían serias sólo si querías fotografiarlas. Y todos los argentinos estaban pegados a las pantallas de la televisión pública. Gracias al populismo de Cristina, de las cosas buenas que le reconoce el pueblo, en Argentina, hay FPT, fútbol para todos.  

Ya en territorio argentino, en Villa La Angostura, donde el turista siempre tiene asegurado un suministro de manjares típicos –fiambres, carnes de caza, truchas del Nahuel Huapi, pastas caseras–, sólo unas tres pizzerías y bares permanecían abiertos. Pero estaban atiborrados de hinchas, que a esas alturas del día disfrutaban de un 2-0, en apariencia inapelable para la selección francesa. Acercarse a la barra en cualquiera de esos boliches, era zambullirse en un mar humano que pasaba de la inmovilidad a la euforia, corriendo el riesgo de sufrir manotazos involuntarios.

Condenados a la inanición, sin almuerzo posible, seguimos por el espectacular camino que conduce a Bariloche, escuchando el partido en la radio, que con los dos goles de Mbappé se volvió dramático, no sólo para los argentinos. “Nunca se ha visto mayor injusticia”, lloraba el relator, y a uno se le caían las lágrimas. Circulamos en soledad total, sólo vehículos chilenos se cruzaron con nosotros.

El camino, primero orlado de coigües y digitales morados, pegado al vastísimo lago Nahuel Huapi, y luego hecho de pampa seca, desértica, llena de cardonales, se empieza a volver urbano, hasta que aparece la ciudad lacustre que el domingo pasado antes de las tres de la tarde era un pueblo fantasma. No había un alma en las calles. Los pocos transeúntes que vimos eran entes apurados pegados a un audífono.

No había una tienda abierta. Ni las de suministros básicos. Hasta las bombas de bencina estaban cerradas con cadenas. Y en la ciudad embanderada había un silencio que daba miedo… hasta que dejando la Costanera Bustillo y enfilando hacia el Circuito Chico todo explotó. Luego de un empate 3 a 3, el equipo de Scaloni se impuso 4 a 2 en los lanzamientos penales.

Mientras nosotros logramos llegar a destino, centenares de barilochinos se subieron a sus autos y enfilaron hacia el centro cívico que habíamos cruzado vacío como un páramo. Bocinazos, vuvuzelas, llantos, gritos. El ambiente se volvió un carnaval. Los supermercados abrieron. Se acabó la abstención. Los vecinos eran campeones del mundo por tercera vez en la historia y en la provincia de Río Negro, la cajera de La Anónima, el supermercado que abrió, sentencia: “Fernández nos tendrá que dar asueto. Es lo menos que merecemos”.

Este martes, el gobierno decretó feriado en Argentina. Pero el lunes igualmente nadie trabajó. Damos fe.

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